Momentos clave para asegurar la sustentabilidad del negocio porcino en la Norpatagonia

La correcta atención en estas dos etapas evitará pérdidas de animales con potencial productivo

Parto y lactancia

En los sistemas de producción porcina, las etapas más frágiles son el parto y la lactancia, momentos en los que se produce el mayor porcentaje de mortandad de lechones, que puede alcanzar del 4 al 24% del total de animales nacidos. Traducido a términos económicos, de un parto de 13 lechones nacidos vivos, el 24% puede significar la pérdida de cuatro de ellos, que hubieran sido vendidos a $ 750 pesos cada uno (un total de $ 3.000), considerando un peso promedio de 10 kilos, a un valor de $ 75 pesos el kg.

En los últimos años, la producción de cerdos en Argentina se ha visto inmersa en un proceso de transformación, en el que las importaciones de carne fresca bajaron de casi 16.794 toneladas en el 2013 a 8.929 toneladas en el 2014 (un 53% menos en el término de un año), en relación con un aumento de la producción y del consumo interno, acompañados por una tendencia al autoabastecimiento. El 60% de la carne se destina para consumo en fresco y un 40% a industria. Al disminuir la disponibilidad de carne vacuna en el período 2008-2009, el consumo interno de cerdos se elevó al 93% de la faena total. Según datos del Informe Porcino Nº 4* de abril del 2015, de 2,5 kg per cápita que se consumían en el 2005 se pasó a 9-10 kg per cápita en 2013/2014.

La Patagonia no está exenta de esta tendencia de aumento de producción y consumo del cerdo como carne fresca. Esto indica un aumento en la escala, que se relaciona con la eficiencia de producción dentro de las diferentes etapas. Tal es el caso de los manejos reproductivos, parto-lactancia y posdestete, fases en las que se registra el mayor número de pérdidas.

Factores a considerar en el parto

Dentro de los manejos previos al parto, en un sistema a campo con paridera móvil se recomienda limpiarla y cambiarla de lugar entre partos, quemar la cama vieja y colocar una nueva. En tanto, dentro de los sistemas confinados, la recomendación es implementar el método de “todo adentro – todo afuera”, con la respectiva higiene de la cerda (con agua y jabón neutro, prestando atención a sus mamas y vientre). Luego de realizada la limpieza, se deberá tomar la precaución de dejar las parideras sin ocupación de animales por el término de una semana. Esto facilita el control sanitario en las camadas y evita que futuros grupos de lechones se contagien de los anteriores ocupantes.

Ya teniendo las parideras en condiciones, las nuevas cerdas parturientas deberán ser mudadas con una anticipación de cinco a siete días previos al parto. Este aspecto es de fácil conocimiento si se lleva un registro de los servicios de cada hembra. En caso de desconocer la fecha de parto, la presencia de leche en los pezones indica que éste se presentará dentro de las siguientes 24 horas. Otro indicador del momento del parto es la frecuencia respiratoria. Un valor normal oscila entre 20 a 25 respiraciones por minuto. En cambio, cuando el parto está a seis horas de comenzar se registran entre 60 a 80 respiraciones por minuto, que van disminuyendo durante las dos horas previas.

Sólo en el 5% de los partos es necesario que el operario intervenga. La atención puede ir desde estar atentos a un parto normal observando las expulsiones y los tiempos entre cada una de ellas, hasta extraer a los lechones de sus membranas fetales (para evitar las asfixias) y revivir a los débiles. No apresurarse también ayuda.

En caso de intervenir en el parto, es imprescindible el uso de guantes de látex, medida de protección tanto para los lechones como para el operario. Un parto normal dura entre 1 y 4 horas, con intervalos de salida de 15 minutos entre cada lechón, siempre y cuando no se moleste a la madre, ya que esto puede alargarlo y provocar asfixia a los recién nacidos. Las formas de salir de un lechón son de cabeza o de patas traseras, envueltos en membranas fetales. Si se produce la parición de “momias”, este estado indica que los nonatos murieron por el tiempo suficiente para que se reabsorba gran parte de sus tejidos blandos, pero no el esqueleto. La oxitocina para acelerar el parto debe emplearse con mucho cuidado, ya que una sobredosis puede causar desgarros musculares y perforación del útero, lo que puede dejar inútil a la hembra para otros partos o llevarla hasta la muerte.

Tanto durante el parto como en la lactancia, la cerda demanda mayores requerimientos nutricionales. Su apetito disminuye sólo el primer día del posparto y va aumentando paulatinamente hasta llegar al octavo con 5,5 kg de alimento por día, lo que garantiza que la ingesta excesiva no produzca alteraciones digestivas y una disminución del consumo que provocaría un retraso en el retorno al estro-pos-destete.

Los lechones con bajo peso al nacer son los más propensos a morir en las primeras semanas de vida. En camadas irregulares en número y tamaño, éstos comienzan la vida con una mala condición corporal y tienen pesos de destete inferiores a los animales que se crían en camadas menos numerosas y/o parejas en tamaño. Para dar una oportunidad de supervivencia a los lechones de pequeño porte y lograr pesos de destete más uniformes, se puede transferir a los de mayor porte de una madre a otra con menor número de crías. Esta acción sólo es efectiva si ambas cerdas parieron dentro de las 24 horas y los recién nacidos están todavía “húmedos” y recibieron calostro de su madre biológica. Es en este momento cuando la cerda, cansada por el parto, permite al operario que mueva a sus lechones.

La diarrea en los recién nacidos puede deberse a factores como la humedad, sobrealimentación y enfriamiento. Una temperatura cálida de 32º a 35°C puede disminuir el estrés, ya que al momento del nacimiento el animal experimenta un importante cambio de la temperatura externa, pasando de los 39ºC del útero a los 20ºC o menos de una sala de parto o paridera de campo. Ayudar a los lechones con una fuente de calor permitirá que disminuyan las muertes por congelamiento y aplastamiento, ya que en esta instancia se encuentran fisiológicamente inmaduros para controlar su temperatura corporal y su aislamiento térmico es escaso (debido a su pelaje poco denso y corto, piel fina y escasa grasa subcutánea). En síntesis, una atención estratégica en las etapas de parto y lactancia puede hacer que el sistema porcino sea más fructífero y evitar muertes de lechones potencialmente productivos.

*Disponible en http://www.minagri.gob.ar/site/ganaderia/porcinos/index.php

Méd. Vet. Mónica Felice

INTA Alto Valle


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