Montes de sangre

historia

Estaba liquidada aunque siguiera peleando. Y en consecuencia, matando. No era necesario el “Operativo Independencia” para terminar con los sueños de poder del ERP. O del “foquismo”, la teoría que alentada por el francés Régis Debray tuvo en el “Che” Guevara a su alumno dilecto. Verticalizado. Épico. “Uno y más Vietnam”, había machacado en La Habana en 1965. Claro, Tucumán no era Vietnam. Mucho menos en 1974, cuando tras explorar el cerrado monte que corona esa provincia el ERP lo trepó para encender el fuego en pradera del que había hablado Mao Tse-tung. La famosa Compañía de Monte “Ramón Rosa Jiménez”. Entonces, en enero del 75, los montes fueron rodeados y perforados por la V Brigada de Infantería del Ejército. La operación tenía un aval terminante que, con la democracia, fue hipócritamente interpretado por la política: “aniquilar el accionar subversivo”, decía el decreto firmado por Isabel Perón. Entonces, por las estribaciones de los montes tucumanos chorreó sangre. Captura. Tortura en la Escuelita de Famaillá. Vidas agonizantes tiradas desde helicópteros del Ejército. Estremece el relato de lo sucedido. Familias enteras asesinadas por la simple sospecha de colaborar con la guerrilla. En semanas, el ERP versión foquista estaba liquidado. Su derrota, como la de todos los grupos armados, venía cantada desde mucho antes. Desde ese asumir que la historia estaba de su lado. Ese convencimiento que define Pilar Calveiro: “Se olvidaron de la política, entonces sobrevino la derrota militar”. Pero el poder militar prolongó sus acciones en los montes. Le sirvió para abonar un proyecto que ya acunaba: el golpe de 1976.

carlos torrengo carlostorrengo@hotmail.com


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