Morandini analiza «La gran pantalla»

La periodista y escritora Norma Morandini desde su libro "La gran pantalla" analiza la transformación no siempre saludable de la televisión argentina, a partir de su propia experiencia como periodista de ese medio.

Buenos Aires (Télam).- En «La gran pantalla. Periodismo en televisión: de Neustadt a Pergolini», la periodista Norma Morandini analiza las complejas relaciones entre información y poder en los últimos 20 años, haciendo hincapié en el contraste -estilístico y generacional- del creador de «Tiempo nuevo» y el conductor de «La TV ataca».

El libro, recién publicado por Editorial Sudamericana, se vale de distintos registros -anécdotas, ideas y reflexiones- para describir cómo el medio televisivo se ha convertido en el tótem de una nueva teología, «la caja cuadrada», que se potencia a medida que la violencia y la inseguridad amenazan, cada vez más, al espacio público.

La autora cuenta que al llegar a Buenos Aires desde su Córdoba natal le aconsejaron ocultar su formación universitaria porque dentro de las redacciones existía la idea de que los periodistas «se hacían en la práctica concreta».

«Paradójicamente, los periodistas dentro de las redacciones tenían más poder que hoy, que se acreditan en las universidades -señala Morandini-. Los periodistas que pasamos por la universidad en la década del 70 no nos formábamos para ejercer el periodismo en el sentido actual, como expresión de la opinión pública, sino para analizar el papel social de los diarios y la televisión».

La periodista describe a la televisión como «ese ojo mecánico, con su pupila oscura y profunda como la noche, donde se refleja un círculo que tapa lo que no se ve: esos miles de ojos verdaderos -los televidentes-, los que nos juzgan sin que los veamos, y a los que por eso les tememos».

Y como los que cuentan en la tevé son los personajes, Morandini elige dos figuras emblemáticas del medio para analizar los cambios registrados en los últimos 20 años: «Delimité el tiempo analizado personalizándolo en Neustadt y Pergolini, dos figuras distanciadas generacionalmente entre el pasado autoritario y el devenir democrático», relata en el prólogo.

«No están elegidos como personajes sino como el espejo sobre el que la sociedad proyecta sus valores en un momento determinado. Cada uno de estos conductores representa, también, diferentes estadios del desarrollo del periodismo televisivo, definido todavía por el espectáculo que hace de la noticia un entretenimiento», aclara.

Las ideas de Morandini están atravesadas por las teorías del teórico francés Louis Althusser sobre «los aparatos ideológicos del Estado», la Iglesia, la escuela y la televisión como reproductores de las ideas que sustentaban el sistema capitalista, y al que había que cambiar por otro más justo.

La fascinación por el autor de «El futuro dura mucho tiempo» fue determinante en su recelo inicial hacia el medio: «Pertencezco a una generación que repudió la televisión y creció intelectualmente con prejuicios a la «caja boba». La curiosidad ganó al prejuicio. Dos décadas después acepté trabajar como periodista en la televisión de los 90, y así la tele dejó de ser un objeto de análisis para convertirse en una experiencia laboral», apunta la periodista.

A medio camino entre el ensayo y el relato autobiográfico, Morandini se pregunta en el libro cómo narrar con la imperfección del lenguaje las catástrofes, los asesinatos y todo lo que «tanto luce en la televisión» y reflexiona sobre los límites cada vez más difusos entre la narrativa y el periodismo.


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