Mucho Salgari

Datos

El avión volaba a 13.000 metros. Como hipnotizado, fijaba la vista en un punto del Mato Grosso y pensaba que casi seguro no había sido pisado por persona alguna. Un lugar prístino, sin huellas humanas, todavía lleno de misterios. Esa sensación le generó un escalofrío y por un segundo lo invadió una especie de ansiedad afrodisíaca, como seguramente experimentaban los exploradores ante la inminencia de un descubrimiento.
“¿Un whisky señor?”, le ofreció la azafata, justo en el momento en que iba a desenfundar el machete para abrirse paso entre la espesura.

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