Mujer llena de proyectos

Silvia Manzanares estaba contenta. De a poco estaba culminando la casa que compartía con su pareja, Javier Becco, un empleado municipal con quien el 7 de enero volvería a organizar bailes para los mayores de 30, un viejo proyecto denominado «los años dorados» que reflotarían luego de un obligada impasse que la llevó a trabajar como taxista para recuperarse económicamente de los avatares que, después de un arranque exitoso, ambos padecieron.

Ahora, con un nuevo salón para organizar los bailes y la perspectiva de dejar el taxi para emplearse en una tienda, el 2009 se perfilaba magnífico. Se lo dijo a su madre y a sus seis hermanos, dispersos entre Las Grutas y SAO, cuando el primer día del año les abrió de par en par las puertas de su casa.

También estaba abocada a tramitar la guarda de su nietita de 6 años, a la que criaría ya que una de sus hijas, radicada en Viedma, tenía múltiples inconvenientes que le impedían ocuparse de ella.

Sus otros 3 hijos, casados y de entre 20 y 30 años, vivían fuera de la localidad y se habían distanciado un poco luego de la separación en la que derivó su primer matrimonio. Sin embargo, luego de 8 años de convivencia con su nuevo amor, todo parecía distinto.


Silvia Manzanares estaba contenta. De a poco estaba culminando la casa que compartía con su pareja, Javier Becco, un empleado municipal con quien el 7 de enero volvería a organizar bailes para los mayores de 30, un viejo proyecto denominado "los años dorados" que reflotarían luego de un obligada impasse que la llevó a trabajar como taxista para recuperarse económicamente de los avatares que, después de un arranque exitoso, ambos padecieron.

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