Mujeres jóvenes y un camino entre los álamos

Claudio tenía 11 años cuando apuntó a las chicas y las obligó a caminar unos 1.200 metros.

Las chicas de Farías eran varias. Hermanas y primas vivían en una chacra cerca de la escuela N°35 de Cuatro Galpones.

Claudio Kielmasz tenía 11 años cuando ocurrió aquel episodio que resultó tan fuerte para la familia Farías que todos sus miembros se niegan aún hoy a hablar del tema.

A Teodoro Farías le molestan las preguntas y aconseja a sus hijas que no hablen con extraños.

Los vecinos del lugar coinciden al recordar que, cuando era todavía poco más que un niño, Claudio Kielmasz encañonó con un revólver a dos de las chicas Farías y, privándolas de su libertad, las obligó a caminar unos 1.200 metros por un camino de chacras, bordeado por una alameda.

Una de ellas era Silvana Farías, de la misma edad que Claudio. La otra, María Ester, algo mayor.

Todo ocurrió por un rechazo. Un desplante de Silvana a sus intenciones de tener lo que, para su edad, era una propuesta seria de noviazgo. Otros episodios aparentemente casuales lo pondrían luego frente a mujeres jóvenes en lugares apartados.

Claudio apuntó a las dos chicas y las obligó a caminar desde las cercanías del almacén de Fuentes hasta la casa donde vivían ellas.

Casi llegaban, cuando las hermanas Farías gritaron y su padre salió a mirar qué pasaba. Claudio gatilló y una bala se incrustó en la pared de la casa.

Cuando Teodoro Farías volvió a salir, armado, y le disparó un par de escopetazos, él ya corría por las chacras a campo traviesa.

Fue en la primavera, y toda la zona conoció lo sucedido.

Ese fue uno de los elementos que determinaron que, a los pocos días, cuando terminó el ciclo lectivo, se lo llevara su madre a vivir con ella a Cipolletti.

El «Polaco» también se iría un tiempo después, cuando enfermó, y la familia ya no volvió por Cuatro Galpones.

Un antecedente llamativo

Aquel episodio en casa de los Farías no tuvo heridos, pero a nadie escapó la gravedad del caso: un chico de 11 años había intimidado con un arma a dos chicas y había disparado.

No hubo denuncia ni investigación policial. Al menos, el sargento primero Silva no la recuerda.

El arma fue un revólver. No se sabe de qué tipo y calibre.

Ese mismo año, 1986, y para protegerse cuando iba a trabajar al galpón de empaque en Cipolletti, la madre de Claudio compró uno, calibre 22 corto, marca «Bagual».

Es el mismo que, años después, fue investigado para determinar si había sido usado el anochecer del 26 de junio de 1993 para asesinar, de un tiro en la sien a corta distancia, a Yanet Opazo, y herir en el rostro a Claudina Kilapi, en un baldío cercano al barrio Labraña de Cipolletti. En ese caso, la Policía Federal determinó que el arma de la madre de Kielmasz sí había disparado contra Opazo y Kilapi pero luego el gabinete de Criminalística de la policía rionegrina en Roca dijo que no, y el juez Torres acató este dictamen y sobreseyó a Claudio.

Aquel revólver Bagual -está confirmado- fue el que disparó los tres tiros, dos de ellos en la sien, que mataron al caer la tarde del 9 de noviembre de 1997 a Paula Micaela González y el disparo certero en el costado de la cabeza que segó la vida de su hermana María Emilia González, poco antes de que, a unos metros, fuera degollada la amiga de ambas, Verónica Villar, en un descampado junto a las vías, en Cipolletti.

En La Plata

Otro episodio involucró a Claudio Kielmasz en una supuesta agresión a mujeres jóvenes. Otra vez, fue él mismo quien confirmó a la Justicia -cuando lo indagaron en relación con el triple crimen- que años antes, en La Plata, fue denunciado por un tal Adrián de Lucas de violar a una chica de 14 años empuñando un arma blanca. «Yo no tuve nada que ver y me dejaron libre, estuve un día en la comisaría, mi señora estaba embarazada del segundo hijo», contó en su declaración.

En La Plata, Adrián de Lucas parece comprometido en el mismo halo de silencio que envuelve a Teodoro Farías. Asegura que él no fue el denunciante, pero recuerda el caso, hasta con cierta precisión: sabe que la denuncia fue formulada en la comisaría del barrio Los Hornos.

El sumario policial juntó polvo durante algunos años, pero el oficial que hoy tiene a su cargo el archivo se considera incapaz de hallarlo. Renunció a la búsqueda. No puede saberse nada acerca de dónde, a qué hora y cómo ocurrió aquel hecho que tuvo a Claudio Kielmasz como sospechoso.


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