“Mujica por Pepe”, relato de una vida extraordinaria

A fines del año pasado, el actual ministro de Educación Nicolás Trotta mantuvo una extensa conversación con el expresidente de Uruguay en su chacra montevideana. Una atrapante autobiografía dialogada recientemente publicada por Ariel.

El 20 de octubre pasado, José Mujica, el Pepe, renunció a su banca en el Senado uruguayo. A sus 85, y con la amenaza latente del covid-19, decidió que lo mejor era irse a casa, poniéndole fin a una vida política de toda la vida. Antes (y siempre) militante de base, luego guerrillero tupamaro, finalmente hombre de las instituciones democráticas.

Muchos, casi todos, aquel día sostuvieron que el Pepe se retiraba de la política. ¿Se retira un hombre como Pepe? No, un hombre como Pepe no se retira. Porque Pepe no fue de los que decidieron “entrar” en la política. La historia y sus decisiones, las de Pepe, lo hicieron un hombre político, que no es lo mismo que ser un hombre de la política.

Pepe no va a salir porque nunca entró: él siempre estuvo allí. No lo supo hasta que la historia, su historia, se lo reveló así.

Porque un hombre que decide pelear por un mundo mejor es un hombre político. Y Pepe lo es. Lo será siempre.

Porque la política, para él, no es, nunca lo fue, un cargo electivo y mucho menos un escritorio en la burocracia que tantos dolores de cabeza le dio. Diputado, senador, ministro y finalmente presidente de Uruguay fueron momentos trascendentes, sí, pero momentos de una vida política extraordinaria. Literalmente extraordinaria.

A fines del año pasado, Nicolás Trotta, semanas antes de ser designado ministro de Educación por el entonces flamante presidente electo Alberto Fernández, se reunió con Pepe Mujica en su chacra de las afueras de Montevideo. Mantuvieron una larga conversación, que derivó en una autobiografía dialogada llevada al libro por el sello Ariel con el título “Mujica por Pepe”. Una voz, la suya, recorriendo una vida extraordinaria.

Literalmente extraordinaria.

Yo sé que a alguna gente le decía: “Este capaz que va a ser presidente”.

Pepe Mujica recuerda que su madre, Lucy Cordano Giorello, hija de inmigrantes italianos de Liguria, solía decir eso en el barrio y ante quien quisiera oírla. Que su hijo José capaz sería presidente. Pepe no sabe por qué, pero eso decía. No a él, claro, pero sí a los demás.

En aquel tiempo, Pepe era un muchacho de familia montevideana, humilde, trabajadora y muy emprendedora. Nacido el 20 de mayo de 1935 en el barrio Paso de la Arena, en la zona noroeste de la capital uruguaya, pasó allí casi toda su vida. Y el tiempo que no estuvo allí fue porque estuvo preso bajo la dictadura, entre 1972 y 1985.

Y en esa chacra, a donde Pepe y su compañera Lucía Topolansky regresaron tras la larga noche carcelaria -porque ella, al igual que Pepe, militante tupamara, estuvo presa desde 1972 a 1985- para cultivar flores y vivir de ello, el viejo militante, el presidente austero, el político ejemplar, recibió a Nicolás Trotta para una larga conversación sobre su vida, su extraordinaria vida.

El encuentro sucedió el lunes 25 de noviembre del año pasado, justo un día después de la derrota del Frente Amplio en las elecciones presidenciales que consagró al blanco Luis Lacalle Pou y desplazó del poder al movimiento que el propio Pepe había ayudado a formar, allá lejos, a mediados de los 60, cuando todo aún estaba por suceder. Ese día, Pepe y el inminente ministro de Educación argentino comenzaron a dialogar. Y lo hicieron durante los siguientes tres días.

El resultado de todo aquello es “Mujica por Pepe” (Ariel, 2020), una autobiografía en voz alta, una charla sin hoja de ruta, desordenada y por ello no necesariamente cronológica. Esta es una de las virtudes del libro porque deja que la memoria y la narrativa de Pepe fluyan. Y que no haya filtros. En el libro a Pepe se lo lee como habla. Y es así que, al leerlo, sentimos que Pepe nos habla, que es él, su voz, sus palabras, no siempre las políticamente correctas, pero, definitivamente, sí las correctas. Ya lo verán.

La conversación amable propone un viaje a los orígenes de Pepe Mujica, a sus días entre su Montevideo natal y el campo familiar en Carmelo, sus padres, el barrio y el despertar de una conciencia social que lo llevará inevitablemente a la militancia anarquista y, no menos inevitable, a la lucha social y armada en los 60.

El libro, prologado por el presidente Alberto Fernández y epilogado por Lula Da Silva, profundiza en los orígenes del movimiento tupamaro y de la participación del propio Pepe en la lucha armada. Si bien los tupamaros fueron un espejo en el que se miró Montoneros -hasta que dejó de hacerlo- las diferencias entre ambos movimientos armados son notorias en la voz de Mujica. Sobre todo en cuanto a su militarización: los tupamaros, le dirá Pepe a Trotta, siempre le escaparon a esa idea.

También en cuanto al uso de la violencia, que fue racional, planificado para, en palabras de Pepe, “evitar la hemoglobina”. Porque “en Uruguay esto es muy especial: una muerte es un hecho político grave. Nosotros discrepábamos con la bomba, con el terrorismo, con hacer estallar bombas y explosivos y todo eso. Veíamos que para la política no servía. Evitamos durante mucho tiempo hacer ese tipo de cosas y tratábamos de que se picaran por sí mismos”.

Los tupamaros, seguirá diciendo Pepe, intentaron ser el brazo armado del movimiento sindical unificado que enfrentaría a una dictadura que aún no había sucedido pero que intuían que sucedería más temprano que tarde. Y que finalmente sucedió en 1973 a partir del autogolpe del presidente Bordaberry. Los tupamaros enfrentaron a la dictadura, pero rápidamente fueron detenidos y mantenidos presos hasta el retorno a la democracia, en 1985. Tampoco pensaron en el exilio ni en ser gobierno. Pero la cárcel en dictadura cambió todos los planes.

De los fusiles a las urnas, ¿cómo sucedió? Pepe lo explica en detalle y a su modo: sucedió porque decidieron apostar por la legalidad y la democracia. Y, como dirá entre risas, “a las tres horas de salir ya estaba militando”. ¿Puede retirarse de la política alguien así? El diálogo o, lo que es lo mismo, el libro revela el pensamiento político de Pepe, antes, durante y sobre todo después de la dictadura. El debe y el haber de su paso por la política, su relación con los líderes políticos de su tiempo, de Mao y Fidel Castro a Obama y Néstor Kirchner.


                                                                                                   Epílogo: Hoy, que sabemos que Pepe Mujica renunció a su banca en el Senado uruguayo y que muchos leyeron allí un retiro de la política, leamos, o mejor  escuchemos a Pepe: 

-¿Alguna vez te sentiste derrotado, Pepe?

-Derrotado en el sentido de abortar, de abandonar, de largar del coso, ¿no? Nunca. Absolutamente. Pero supongo que no es racional eso. Supongo que esas cosas más bien vienen escritas en un capítulo del subconsciente, o dependen del tipo de personalidad. Porque las relaciones han sido distintas en estos años. Hay gente que largó la posta… Hay gente que no militó más pa’ nada. Hay gente que se queda recordando permanentemente lo que vivió, ¿viste? Son posiciones, visiones distintas.

-¿Y qué posición asumiste vos?

-Yo seguí militando.

-¿Y ahora qué vas a hacer?

-Yo voy a seguir militando.


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