Mundo distinto

Cuando se recorren las instalaciones de Invap en Bariloche se entra a otro mundo. El que soñó Conrado Varotto, el fundador de la empresa estatal rionegrina al volver de EE. UU. hace más de 35 años con un posdoctorado bajo el brazo y la idea de repetir lo visto en el Silicon Valley.

“No al colonialismo mental. No hay proyecto que la capacidad argentina, que la materia gris argentina, no pueda encarar”. Ese fue el espíritu que el fundador, junto a sus compañeros del Instituto Balseiro, quisieron imponer a aquella empresa que tenía como principio primario el desarrollo de tecnología nuclear.

Actualmente, la empresa tiene más de 800 empleados, en su mayoría ingenieros y técnicos. Está dividida en áreas tan cruciales para un país como la nuclear, fabricación de satélites y el desarrollo de radares. “Tenemos materia gris de todas las universidades del país. De todas las áreas técnicas”, explicó Héctor Otheguy, CEO de Invap.

La nueva sangre que corre por las venas del Invap se evidencia en el comedor que almuerzan cientos de empleados cada día. Los jóvenes abundan. La mayoría son varones y parecen universitarios que se tomaron un descanso. Ya en sus lugares de trabajo, la interconsulta hacia adentro y afuera de los grupos de trabajo es constante. También lo es la rotación por las distintas áreas de la empresa.

“En Invap no hay estrellas. Hay un equipo que tiene un objetivo. Que lo cumple en un plazo dado y con un presupuesto asignado. Los recursos humanos son la esencia de Invap”, reseña el CEO de la firma.

Recorrer las instalaciones de Invap es entrar a otro mundo. Con sólo ver la cantidad de pequeñas salas de reuniones que hay que cada piso de la empresa, se entiende que el trabajo en equipo es la base su existencia.


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