Murió la escritora Susan Sontag, una de las más lúcidas de EE. UU.

El cáncer terminó con su vida, a los 71 años.

La literatura acaba de perder a una de sus escritoras más lúcidas, brillante y desgarradora de las últimas décadas. Susan Sontag murió ayer en Nueva York a los 71 años, a raíz de un cáncer, según informó el hospital Sloan Kettering Cancer Center de esa ciudad.

Tiempo antes de morir reconoció su creencia de que ya había usado «seis de mis nueve vidas'', un cálculo razonable que vale la pena evocar al despedirla: la mayoría de los contemporáneos de Sontag pertenecientes a la primera división de la literatura norteamericana no se han enfrentado a nada de mayor riesgo que no sean el adulterio y el divorcio, pero cuando Sontag escribía sobre la enfermedad, el dolor y la violencia, lo hacía con la autoridad que da la experiencia. De ahí el respeto que supo ganarse.

Primero experimentó un encuentro potencialmente mortal con el cáncer, hace un par de décadas. Fue una brutal experiencia que finalmente dio fruto en forma de amplio ensayo, «La enfermedad como metáfora», y su continuación, «El sida como metáfora».

De manera más reciente, después de que un serio accidente automovilístico la dejara en silla de ruedas durante varios meses, sufrió una peligrosa reincidencia del cáncer que requirió de tratamientos casi tan peligrosos como la enfermedad, pues incluían fuertes dosis de morfina para calmar el insoportable dolor.

En Sarajevo, durante la guerra de Bosnia, compartió por unos meses las diarias huidas del fuego de bombas, morteros y francotiradores. En tres ocasiones un proyectil pasó rozándola; falló por sólo unos segundos o metros. Estas experiencias dieron también su fruto: «Reconociendo el dolor de otros», que a primera vista parece un profundo análisis de fotografías de guerra. Sin embargo, el libro ofrece reflexiones más profundas sobre el sufrimiento humano, la naturaleza de la bondad, los señuelos, los engaños, y la verdad en las imágenes. Es, en resumen, un sumario de lo que significa estar vivo y atento en la zona más rica del mundo al comenzar el siglo XXI, que toma forma de centuria de guerra implacable.

Pero no se piense con base en estos antecedentes que Sontag era una loca adicta al dolor. Nada que ver. Pero como atraía muchos rencores periodísticos, este fue el costado que más le tomaban para hablar mal de ella. Esto ocurrió desde que emergió en la escena a principios de los 60 como una mujer brillante y hermosa.

Si su vertiginosa combinación de seriedad moral y erudición la volvieron internacionalmente respetada entre las clases lectoras, fue su atractivo de actriz de cine lo que la convirtió en la menos usual de las rarezas: el intelectual

como superestrella.

Por por cada persona que ha leído, digamos, su magnífico ensayo sobre Walter Benjamin, incluido en el libro Bajo el signo de Saturno, debe de haber cientos que han visto su retrato en Vanity Fair o que han escuchado chismes ociosos sobre su larga relación con la prestigiosa fotógrafa de esa revista, Annie Leibowitz. De ahí que otra vez, con sorna y vulgaridad, la transformaron en el ícono de los gays neoyorquinos.

En estos tiempos de guerra para su nación, Sontag se convirtió en blanco de la prensa de derecha. Después de su respuesta a las masacres del 11 de setiembre de 2001, publicada en la revista The New Yorker, columnistas de todo el país la llamaron traidora, idiota y títere de Saddam. Hasta la llamaron Osama Bin Sontag. «No hay que callarse nunca ante la barbarie ni la injusticia. Es la única forma de que este mundo sea un poco más vivible», dijo antes de abandonarlo. Ahora descansará en paz.

Una parte de su biografía

Susan Sontag nació en Nueva York el 16 de enero de 1933. Ya a los 15 años ingresó en la Universidad de Berkeley, en California, y se licenció en Filosofía y Letras en las universidades de Chicago y Harvard.

En 1963 publicó su primera novela, «El benefactor», y poco después los ensayos «Contra la interpretación» y «Notas sobre lo camp.», muy famosos en los años '60. Fue corresponsal de guerra en Vietnam en 1968, experiencia que la impactó profundamente.

En esa época filmó su primera película en Suecia: «Duelo de caníbales» (1969), a la que siguió «Hermano Carl» (1971). En la misma época publicó los libros «Viaje a Hanoi» (1968) y «Estilos radicales» (1969). En 1972 escribió «Bajo el signo de Saturno», publicada en 1980, libro en que narra su relación con Europa y sus percepciones durante el tiempo en que vivió en el Viejo Continente. Las relaciones entre Europa y Estados Unidos fueron parte de su centro de atención por el «amor-odio, las coincidencias y enfrentamientos» que suscitaban entre ambos lados, según decía.

Nota asociada: Mis principios  

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La literatura acaba de perder a una de sus escritoras más lúcidas, brillante y desgarradora de las últimas décadas. Susan Sontag murió ayer en Nueva York a los 71 años, a raíz de un cáncer, según informó el hospital Sloan Kettering Cancer Center de esa ciudad.

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