Nace mal

Por Carlos Torrengo

Hace mal. Algo le falta.

Y lo más grave es que hay voluntad de nacer así.

Casi como si fuese la consecuencia de un dictado genético que no se puede evitar.

Un determinismo que tiene mucho sabor a pacto de silencio.

Lo concreto es que nace sin poner cuidado en no sembrar sospechas sobre la calidad total de sus intenciones.

Surge como un compromiso en favor de modificar el rumbo de un amplio sistema de decisiones políticas: el gobierno radical. Pero lo hace sin mostrar intención de meter mano en temas consustanciales a ese modelo acrítico de gestión que lidera Pablo Verani.

Así toma forma el polo opositor al veranismo que desde el miércoles lideran el «vice» Bautista Mendioroz, el diputado Fernando Chironi y el intendente de Roca, Ricardo Sarandría.

Se cruzan a la maquinaria veranista criticando estilos de ejercer el poder. Dicen «no» al verticalismo, personalismo y tendencia al hegemonismo que signan el accionar de esa estructura.

Diagnóstico acertado.

Poco resta incluso para que en tren de colisión terminen advirtiendo sobre los costos fiscales de la desenfrenada pasión de muchos veranistas por el budín de pan.

«No somos continuidad, somos ruptura», afirman.

Pero en este momento fundacional, como nueva línea interna en la UCR, nada dicen de la consecuencia más miserable que arroja toda aquella forma de gobernar: la corrupción que favorece.

Silencio de sacristía.

Silencio extraño -por caso- en Chironi.

Porque es el único de los tres mosqueteros en cuestión que ha advertido con énfasis, hacia dentro y fuera del partido y gobierno, de la necesidad de «tener una política activa para deslindar responsabilidades y explicarse ante la opinión pública» por los hechos de corrupción que se denuncian.

La última vez que lo hizo fue el 21 de junio, durante un plenario del alto mando radical. Más de dos decenas de dirigentes, entre ellos Mendioroz, lo escucharon.

Pero lo dejaron solo.

El viernes, en Roca, Mendioroz cambió de color cuando se le preguntó si, ante tanta diferencia con el veranismo, no le causaban también inquietud las denuncias de coimas que implican al gobernador Verani en el caso Casino.

Mendioroz respondió orillando el desmayo.

Organizó su respuesta intentando convencer de la importancia de una confesión que tiempo atrás le formuló Verani: «Me dijo que no habrá impedimentos para que la Justicia no vaya al fondo con la investigación».

Insólito, como si no fuera natural que la Justicia no deba ser condicionada.

Un Verani casi diciendo: «No Bautista, no te preocupes, en esta oportunidad no vamos a impedir nada».

Mendioroz incluso dijo que de la disposición de la Legislatura en investigar hechos de corrupción, se mide en la creación de la comisión para el caso Turbine Power.

Se protegió en esa decisión, que compete también a otros partidos, para sobrellevar la orfandad de definiciones que la flamante línea radical que lidera tiene en materia de corrupción.

Orfandad que hace a un tema esencial en la reproducción de las condiciones que degradan hoy al país.

Orfandad alentada por los límites al disenso que siempre caracterizó a la vida interna del radicalismo rionegrino en lo concerniente a temas críticos.

La corrupción, por caso. Se puede hablar de esto o lo otro, pero no de la corrupción.

Una conducta becerril que sólo desde lo particular de este o aquel dirigente supo ser cuestionada.

Luego, nada.

Siguiendo este razonamiento se concluye que es preocupante que la flamante línea radical que lidera Mendioroz dedique largas peroratas a disparar contra este o aquel perfil de su adversario veranismo, pero nada diga sobre la anomia con la que maneja mucho del aparato de Estado.

¿Qué sentido y valor tiene cuestionar el verticalismo -por caso- sin denunciar los silencios y complicidades que ese tipo de conducción genera para liberar el manejo arbitrario sobre franjas del Estado?

La falta de voluntad para establecer ese vínculo torna abstracto aquel cuestionamiento.

El hegemonismo, personalismo, verticalismo no son elementos neutros en relación con la crisis que vive la provincia.

Cárceles donde cientos de seres viven hacinados y se asesina a detenidos con total impunidad, mientras por manos del poder han pasado millones de dólares rumbo a destinos inciertos.

Sólo un caso más en la dramática geografía social que signa a la provincia.

Ante todo ese panorama, la flamante línea interna de la UCR nace con déficit de definiciones.

Si no computa esa carencia, será más de lo mismo. Será más de lo que hoy critica. Sólo que con distinta pintura y lápiz labial.

Hablará de política en abstracto. Tendrá un discurso insustancial y simulador.

Será el discurso del lugar común, tan afín a los radicales desde el fondo de su más que centenaria historia.

Y creerá seducir hablando de las bondades del hinojo.

En fin, hará política sin sentir cierto ruido que se extiende por la Argentina.

Y no es aconsejable no escucharlo.

Carlos Torrengo

ctorrengo@rionegro.com.ar


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