Nadie sospechó este final

NEUQUEN (AN).- «Lo vi con un fósforo en la mano y pensé que quería quemar una hilacha de la campera», contó ayer Miguel Campos, el encargado de una base de taxis que funciona frente al hospital Heller. El comerciante fue una de las últimas personas en ver a Miguel Bravo antes de quedar envuelto en llamas y al igual que los demás no sospechó el trágico final.

«Serían las 10:30 cuando este chico vino y se apoyó contra la ventana y se pasaba un fósforo de cajita por la muñeca de la mano izquierda», relató Campos. «Después volvió a hacer lo mismo con otro fósforo y pensé que quería quemar una hilacha o algún hilo suelto que tendría la campera, pero nunca me imaginé que estaba tratando de prenderse fuego», aseguró el comerciante.

Según explicó Campos el joven vestía una bermuda escocesa, zapatillas y una campera grande de color marrón claro. «Tenía una cajita de fósforos en una mano, de las de tipo carterita, y en la otra mano una bolsa blanca chiquita», recordó el comerciante.

Bravo habría llegado a la calle ayer y en ocasiones anteriores gracias a las libertades que tiene el sector donde se encontraba internado. «Se les permite salir a pasear cerca del hospital porque están en un sector de cuidados mínimos», explicó ayer el director del hospital Heller.

«Si el chico no está bien no lo pueden dejar salir porque si no pasan estas cosas», aseguraron varios vecinos que se mostraron indignados con las normas de seguridad del hospital.

«No deberían dejarlos salir así como así porque si tuvieran más control este chico ahora estaría bien», aseguró Pedro, el quiosquero de la zona.


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