Naturaleza pura y gastronomía patagónica

Una zona donde el placer gourmet se combina con los hermosos escenarios cordilleranos.

Comarca andina

Amanecer en cualquiera de los lagos cordilleranos implica despertar con el canto de las hualas en medio del verde forestal y las leyendas propias de esta tierra llena de elfos y duendes. Es una de las tantas alternativas que ofrece la comarca para empezar bien el año. Lógico que ya sobre el mediodía nada es comparable a un buen cordero asado a fuego lento, con el olor característico de la leña y el vino entre amigos.

Los campings de los lagos Steffen, Puelo, Epuyén, Rivadavia y Cholila; más los emplazados en toda la ribera del río Manso, en El Bolsón, El Hoyo y El Maitén ofrecen la alternativa de combinar naturaleza en su estado más puro con la gastronomía patagónica, siempre a cargo del más experto en cada grupo.

Claro que en cada lugar también está la posibilidad de sentarse en un restaurante para degustar una buena trucha, carnes y toda clase de exquisiteces. Recomendados en El Bolsón: La Lola, Pasiones Argentinas, Jauja, La Marca y Los Lúpulos.

Siguiendo con el derrotero por la región, en Puerto Patriada (a 15 kilómetros de El Hoyo) hay que llegar hasta el muelle del camping El Faro, donde Gerardo Batiuk golpea las barandas y aparecen por arte de magia decenas de salmones de gran porte a comer prácticamente de su mano.

Las playas de arenas blancas son toda una tentación para un buen chapuzón refrescante, remar o pasear en un velero. Y a la hora de alimentarse, allí mismo Nora ofrece desde exquisitas tortas fritas recién amasadas hasta empanadas bien campesinas, asados y tartas decoradas con las frutas finas del valle.

Ruta de la cerveza

Un párrafo aparte para otro de los clásicos de la Comarca Andina: la cerveza fabricada en forma totalmente artesanal por unas 30 familias y cuyo secreto más guardado siempre gira en torno a la calidad del agua utilizada y a las cantidades del lúpulo que le brindan sabor y el toque distintivo regional.

En cada localidad y paraje encontrará lugareños orgullosos de su marca, que la recomendarán por sobre el resto. Sin embargo, hay que probarlas todas y sacar conclusiones. La más tradicional es El Bolsón, con sus rubias, rojas y negras, ahumadas y saborizadas con frutas finas, de trigo y hasta picantes. En la fábrica del acceso norte a la ciudad también funciona un restaurante con comidas especializadas e ideales para acompañar cada chop (las pizzas son espectaculares).

Le siguen Araucana, que se puede degustar en casi todos los pubs y locales céntricos, y Otto Tipp, bautizada así en homenaje al primer alemán cervecero de la zona y que tiene su propia cervecería ligada al restaurante A Punto, donde cada noche es ámbito para guitarreadas y shows espontáneos.

En el paseo por la Feria de Artesanos no deje de probar Parapapotos, enclavada entre los puestos de waffles, empanadas armenias y criollas.

Saliendo hacia Las Golondrinas está Pilker, la única que “no se bebe, se mastica de rica que es”, según sus elaboradores Alejandro y Damián. En variedades rubia, roja y negra aparece en la feria y en todas las fiestas de la comarca para quedar como “inolvidable en todos los sentidos”.

Vikinga es la marca más difundida en Lago Puelo y en El Hoyo aparece Chaura, cada una con sus sabores y las particularidades que imprime cada uno de los cerveceros en base a su propia experiencia. En El Balcón que mira a todo el valle de Epuyén el visitante tendrá su última estación cervecera con Ruta 40.

Helados y chocolates

En la entrada de Lago Puelo abrió su nuevo local comercial la heladería y chocolatería que lleva el nombre del pueblo y ofrece una variedad riquísima de productos, elaborados allí mismo.

En el centro de El Bolsón, los clásicos de Jauja aportan gustos tan distintos como “calafate con leche de oveja” y “mate cocido con tres de azúcar”; en Humus (detrás del Correo) se utiliza leche de su propio tambo y son imperdibles el “mascarpone” y “chocolate Humus”. En tanto, Misky Cocoa sumó el de “fernet con Coca” a su amplia oferta de gustos únicos y exclusivos.

Cada noche una fiesta

Aún cuando en los últimos años se ha convertido en un destino turístico consolidado, El Bolsón intenta conservar el espíritu pueblerino que ha sabido crear desde sus inicios.

Todos sus habitantes “gustan de tender su mano a los visitantes y hacerles sentir como en casa. La atmósfera setentista parece haber detenido el paso del tiempo, a pesar de que se haya incorporado a la ciudad “una bolsa de población de altísimo nivel adquisitivo que busca principalmente la evasión sin renunciar a las comodidades”, se impresionó una periodista española de ABC.

Ya comenzando el verano, cada día de la semana presenta todo tipo de conciertos, obras de teatro, casino, boliches y pubs, espectáculos circenses, ferias de artesanía, proyecciones cinematográficas, charlas y conferencias sobre salud y bienestar, encuentros, festivales y cursos del género que busque (la cartelera está siempre disponible en la Oficina de Informes Turísticos, frente a la plaza Pagano).

Recomendado

En El Bolsón se puede comer con una oferta que parte desde los $ 35 (plato del día en varios locales céntricos) y con garantía de buena calidad (Eben Ezer, Sara y Appicio).

En coincidencia, a la hora de probar algunos platillos típicos y exclusivos, la propuesta es amplia: A Punto, junto a la cervecería Otto Tipp (Islas Malvinas y Roca), ofrece una fusión de cocina alemana, irlandesa y patagónica. Allí encontrará, por ejemplo, el pollo a la cerveza negra en cazuela de pan crocante o la bondiola de cerdo en salsa Jack Daniels con papas rústicas y hongos de pino. En Jauja (pleno centro), puede pedir desde la sopa de rosa mosqueta, hasta truchas con morillas; lomo de ciervo con salsa de cassis y puré de habas, o un trozo de cordero Black Face acompañado con compota de cebollas al malbec. Puede completar el menú con pastas rellenas con truchas y ahumados. A la hora del postre, imperdible un helado con semillas de sésamo (en homenaje a la sucursal abierta en Australia).

Para probar en la cabaña

Ensalada “Huenú” (creación de Celina Bonansea): ¼ frutillas (cortadas por la mitad) y ¼ cerezas descarozadas, ¼ queso semiduro regional (en cuadraditos), una manzana verde (rallada gruesa) y dos tomates (con el olor y sabor de la comarca, cortados en cubos). Volcar encima un pote de crema líquida, sal y pimienta. (Agencia El Bolsón)


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