Neuquén rescata del olvido a su primera usina

El Concejo Deliberante declarará monumento histórico el edificio donde funcionó la primera generadora de energía de la ciudad. El sitio fue inaugurado en 1928. La máquina que producía electricidad pertenecía a una organización de capitales norteamericanos. En el lugar alguna vez funcionó una escuela técnica. Los vecinos del barrio apoyan la iniciativa y quieren contribuir a preservar este sitio que actualmente se encuentra en ruinas.

NEUQUEN (AN).- La primera usina de la ciudad de Neuquén será rescatada del olvido y de la indiferencia que atestiguan sus instalaciones prácticamente en ruinas: el Concejo Deliberante la declarará monumento histórico.

La declaración no es ingenua, pues trata preservar de una posible demolición al antiguo edificio que es un jalón importante de la historia local.

Un decreto provincial autorizaría la venta del establecimiento de ladrillo desnudo ubicado en San Martín entre Jujuy y Fotheringham, un sitio que en el transcurso del tiempo ha devenido en céntrico y tentador para un emplazamiento comercial o una torre de viviendas.

Los vecinos del barrio se ofrecieron a restaurar el edificio respetando sus características arquitectónicas. A cambio piden usarlo y abrirlo a la comunidad como un centro de actividades culturales y recreativas.

También a puesto sus ojos en él una organización bancaria para levantar allí el teatro que Neuquén todavía no tiene.

Aunque no se sabe con exactitud cuando fue construido, se cree que el enorme local data de 1928. Eran tiempos en que Neuquén era territorio nacional y gobernaba en estos lares el teniente primero Pedro Antonio Moreno.

Esta propiedad ofició de salón de venta de artículos de campo, bajo la mirada atenta del padre de Agustín Oreja, recientemente fallecido.

Posteriormente cobijó a la primera generadora de electricidad que tuvo Neuquén, denominada «Usina Unidas Limitada», una organización de capitales norteamericanos que tenía entre manos extender sus dominios en la región.

Adiós al kerosene

Tanto es así que en 1932 habilitó una usina todavía más grande, que marcó el final del farol de kerosene como fuente principal de iluminación de las calles.

Pero la aspiración se derrumbó como un castillo de naipes pues como cobraba muy caro, los pobladores comenzaron a organizarse en una cooperativa para abaratar costos a instancias del socialista Jesús Merino Villanueva, quien según las crónicas de la época viajaba desde Roca.

Es que en esa localidad había sido exitosa la experiencia cooperativa para la comercialización de la fruta. Sobre esa base se pensó trasladar el sistema que en noviembre de 1938 devendría en CALF.

El edificio, entonces, pasó a ser ocupado por la Escuela Nacional de Educación Técnica número uno. Allí aprendieron varias generaciones de neuquinos el abecé de la carpintería, la fundición y la electricidad.

El momento de esplendor duró hasta que la falta de mantenimiento decidió a las autoridades educativas a relegar al edificio a la categoría de depósito de sillas y escritorios.

El edificio, actualmente, se encuentra abandonado y embarcado en un proceso creciente de deterioro y se nota el implacable paso del tiempo.

Más allá de la suerte que corra el establecimiento -venta a un particular o transferencia a una entidad de bien público- los concejales quieren preservar sus características históricas y categorizarlo como monumento arquitectónico.

Es un recurso legal que impedirá a quien lo ocupe modificar la fachada y los detalles constructivos de una época que se fue pero que siempre es bueno recordarla.

El misterio de un libro que revela la historia

NEUQUEN (AN).- Hace dos años el municipio editó un interesante libro sobre el patrimonio arquitectónico de la capital provincial, producto de un trabajo minucioso dirigido por la arquitecta Liliana Montes Le Fort, que ya incluía al edificio en la historia ciudadana de Neuquén.

Se trató, básicamente, de un relevamiento histórico de los edificios, objetos de barrios y del casco histórico neuquino, lo cual significó mucho más que testear el estado de los inmuebles y medir superficies. Implicó casi 10 años de rastrear archivos, entrevistar a antiguos pobladores y realizar documentaciones gráficas hasta reconstituir fragmentos de la historia local.

Inexplicablemente el libro no tuvo difusión y de los 500 ejemplares, que el municipio costeó con dinero de la comunidad, unos pocos fueron entregados a unas pocas escuelas. Del resto no hay certeza de su destino y nadie sabe a dónde fueron a parar pese al esfuerzo que se hizo para su publicación.

Precisamente, este trabajo incluyó al edificio en el que funcionó la usina y al que caracteriza como una «construcción de mampostería de ladrillo de 10 metros de altura.

Su fachada se encuentra trabajada en la forma característica de la época, se nota en la misma que había cuatro grandes ventanales enmarcados por falsos pilares de ladrillos. Posteriormente se han tapiado los ventanales con ladrillo modificando sus proporciones a la tercera parte de sus medidas originales. Son ventanales metálicos de vidrios repartidos».

«Su cubierta de chapa de zinc con cañerías de desagües que aparecen en fachada dan directamente sobre la vereda.

En ambos costados se ha construido una carga de ladrillo -ocultando a la vista la cubierta- a la que se le ha dado una resolución de carácter artístico».

Un proyecto compartido por los vecinos

NEUQUEN (AN).- De «interés histórico municipal» declara el proyecto impulsado por Rubén Rousillón (PJ), un concejal que pasó por los talleres técnicos de la ENET número uno cuando funcionaban en el antiguo edificio. Más allá de los signos políticos, la decisión del Deliberante es aprobarlo.

Por sobre todas las cosas prima en los cuatro bloques partidarios el interés en preservar el patrimonio de la ciudad.

Y entendiendo de que la mejor manera de resguardar las instalaciones es que la comunidad lo sienta propio, el proyecto avanza al sugerir al Ejecutivo Municipal que realice un convenio para que la comisión vecinal de centro oeste pueda adecuarlas como un centro cultural y recreativo.

«Tenemos dinero ahorrado para empezar a restaurar el edificio», aseguró el responsable de la vecinal, Carlos Blanco.

Desde hace rato la comisión gestiona la utilización del edificio pero los trámites se aceleraron al conocer el decreto provincial número 58 sancionado el año pasado, que autorizaría la venta para obtener mayores ingresos.

Propuesta de vecinos

La idea de los vecinos es colocar vidrios y restaurar los salones que tienen 216 metros cuadrados cubiertos para no solo realizar actividades comunitarias sino también para ponerlo a disposición de exposiciones, conferencias y actos culturales.

En el enorme patio, de casi 1.300 metros cuadrados, organizaría el espacio para la práctica deportiva de niños y jóvenes, según la propuesta de los vecinos.

«Ansiamos reacondicionar el edificio para que el barrio recupere un espacio histórico y para que a través de las nuevas expresiones culturales recobre la vida y el brillo que alguna vez tuvo», agregó Blanco, el responsable de la vecinal encargado de impulsar esta propuesta de rescata histórico de la primera usina.


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