«Neuquén tiene la obligación de recuperar la renta petrolera»

Como es sabido, entre otras necesidades apremiantes, 50.000 son las casas que faltan en la provincia del Neuquén, aproximadamente 25.000 en la capital y otras tantas en el interior. Esto, debido a que hace años el Movimiento Popular Neuquino, con la excusa de que «no hay recursos», no ha encarado ningún plan de viviendas ni nada digno de mención.

De la Cuenca Neuquina salen el 26% del petróleo y el 51% del gas nacional. Esa riqueza produce unos cinco mil millones de dólares anuales. De tan considerable fortuna sólo unos quinientos sesenta millones de dólares quedan en la provincia en concepto de regalías, unos mil cuatrocientos cuarenta millones van a las arcas públicas a través de impuestos y los restantes tres mil millones de dólares, en artera transgresión a lo ordenado por los artículos 95, 96, 97 y 100 de la Constitución provincial, quedan en poder de empresas privadas extranjeras.

Esos tres mil millones de dólares, convertidos a nuestra moneda equivalen a nueve mil millones de pesos. A modo de ejemplo podemos decir que, si una confortable casa cuesta ciento cincuenta mil pesos, con ese dinero se pueden construir 60.000 al año y que, si la construcción de una vivienda demanda el trabajo de cinco operarios, se generarían 300.000 puestos de trabajo bien pagos.

Entonces, sin ninguna duda podemos decir que, si se cumpliera lo normado por nuestra Constitución -que sólo autoriza la explotación y comercialización de hidrocarburos por una empresa estatal, municipal o de tipo cooperativo local, en este caso Hidenesa con ingeniería Ensi- la provincia dispondría de recursos propios en cantidad suficiente -exentos de inversores- para construir en un año las 50.000 viviendas que faltan, con un excedente de 10.000 unidades.

Si se toma en cuenta que la gran mayoría dibuja sus estados contables para evadir impuestos, es de suponer que las petroleras, promotoras de grandes guerras -Bolivia-Paraguay, Kuwait, Afganistán, Irak…-, hacen lo mismo aunque, como carecen de moral y control fiscal alguno, el ilícito sería mucho mayor. De lo dicho se puede deducir que la verdadera renta petrolera de Neuquén representaría un 60% o más de lo declarado por las privadas, o sea que, en vez de los mil setecientos millones de pesos anuales que ingresan por regalías, estaríamos hablando de quince mil millones para arriba. Con tan considerable importe la provincia podría adquirir las grandes centrales hidroeléctricas que están sobre sus ríos y ser dueña de la cuantiosa renta que generan por dotar de energía a casi medio país.

Esa renta también haría posible la construcción de las casas faltantes, tipo chalet con tres o cuatro dormitorios y dos baños y totalmente amuebladas con todos los elementos que se desee, además de la concreción de un programa integral de becas para el que quiera seguir una carrera técnica o universitaria. A esto se podrían sumar unas buenas vacaciones pagas para toda la familia y un buen cero kilómetro para esos neuquinos que actualmente carecen de todo. También sistemas de salud, educación y seguridad modernos y altamente eficientes con su personal muy bien remunerado, abundante agua depurada para todas las ciudades y el regadío productivo, transporte público terrestre, ferroviario y aéreo estatal o cooperativo -como lo manda la Constitución- de moderna concepción operativa y costos subsidiados; todas las tierras aptas en plena producción, más la infraestructura que necesiten; calesitas y juegos infantiles gratis en todos los barrios, investigación científica de avanzada y programas especiales para la tercera edad, para integrar a los discapacitados y a los privados de la libertad a la actividad normal… en fin, un verdadero edén terrenal.

Tan considerable masa de dinero volcada al comercio local produciría un fuerte impacto financiero que requeriría de un megaparque industrial para cubrir la demanda de una sociedad altamente capitalizada y exenta de tarjetas de crédito que generaría miles de empleos dignos. La recaudación impositiva superaría largamente las miserables regalías que actualmente se perciben del petróleo, lo cual mejoraría significativamente el salario de los estatales y permitiría consolidar la obra pública. La economía no pararía de crecer.

La ilícita entrega del petróleo neuquino a empresas no estatales priva a la población de esa considerable riqueza y condena a la gran mayoría a una miserable subsistencia. Por lo expuesto, como la Constitución lo exige, el pueblo neuquino tiene la obligación de recuperar cuanto antes la totalidad de su renta petrolera. Para su bien, el de generaciones venideras y el de toda la Argentina.

Hugo César Navarro, DNI 7.946.311 – Neuquén


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