Neuquén y el Gran Neuquén, un tema de agenda pública y preocupación social

En la provincia de Neuquén, 17.125 familias -unas 41.000 personas- viven en tomas. En la Capital hay registrados 62 asentamientos en tierras fiscales o privadas. Pero el número cambia todos los días, con la misma rapidez con que se arman las casillas y cercos.

INFORME TOMAS

Las hay de todo tipo y con diversidad de problemas. Desde las asentadas a pocos metros de escuelas y hospitales perdidas en la meseta, lejos de todo, abrazando los barrios del Oeste o bordeando el contaminado arroyo Durán.

El relevamiento de diciembre de 2014 realizado por el Sistema de Información Territorial Urbano de Neuquén arrojó 28 grandes asentamientos con unas 14.000 personas. Pero datos que CALF y el municipio usan en su tarea diaria dan por cierto que 8.000 familias -unas 33.000 personas- viven en tomas “colgados” de la luz. Provincia y municipio buscan evitar accidentes y también la pérdida económica que le genera a la cooperativa eléctrica el consumo de los asentamientos, estimada en $2 millones anuales. El auge de los caloventores reduce el riesgo de incendios por uso de salamadras, pero aumenta los cortocircuitos. Y colocar medidores tiene costos.

Más grave, si cabe, es el riesgo de derrumbes en la inestable barda arcillosa. Allí están la toma “4 de Febrero”, o la Norte, sector Loteo Social, con casas a 20 metros de altura, atrás de la cancha de Maronese. Como en las favelas brasileñas, cada aguacero se lleva varias casillas, y la tierra marca cicatrices de lodo.

La violencia y el narcotráfico son difíciles de abordar. Cada semana hay víctimas -en su mayoría jóvenes- por enfrentamientos o incendios intencionales.

Plottier tiene relevadas a unas 6.600 personas -unas 1.500 familias- en tres asentamientos consolidados.

En Senillosa, hay “tomas vip”: unas 15 personas con poder adquisitivo ocuparon tierras al sur del ejido municipal. Cada uno alambró entre 2 y 4 hectáreas de tierras municipales obtenidas de compras irregulares o de gestiones anteriores.

En Centenario, las tomas como Trahun Hue, Elunei, La Esperanza y las que se formaron en cercanías de la tercera meseta o el autódromo, se fueron regularizando. Los primeros con plan Promeba -tienen luz, agua, cloacas, cordones cuneta y centro comunitario- y los últimos -cerca del autódromo y en la tercera meseta- por acuerdos con la comuna. Hoy, tienen tenencias precarias, luz y agua provistas por entes oficiales.

En San Patricio del Chañar, durante 2014 se produjo la toma en al manzana 46 U en el Parque Industrial. El terreno es inundable destinado en una parte, a instalaciones del rebombeo cloacal.

La otra Angostura

A principios de 2005, por una reivindicación, integrantes de la comunidad Paichil Antriao traspusieron el alambrado que delimitaba un lote de 4 hectáreas en el acceso a la Cascada Inacayal, frente a la vivienda de una familia histórica mapuche. Hubo varios intentos y desalojos en las tierras del Cerro Belvedere. Sin embargo, lograron instalarse en el territorio e incluso ampliarlo.

Hay cuatro zonas donde en los últimos años se produjeron ocupaciones por la comunidad mapuche: el faldeo del cerro Belvedere en inmediaciones del acceso a la cascada Inacayal, la zona alta del barrio Epulafquen-ocupación paulatina entre el 2005 y la actualidad; en la costa del lago Nahuel Huapi, en un terreno lindero a Puerto Elma; y en el camping Correntoso. En la zona de El Pedregoso, cerca de Paso Coihue, se asienta la comunidad Quintirqueo.

En el acceso a la cascada Inacayal la mayoría no vive en las condiciones de una toma tradicional. Algunos tienen casas de material (muchas de dos plantas), huerta y animales de granja. No obstante, ninguno tiene luz eléctrica, gas natural, ni agua corriente. En otros sectores, las casas son de madera.

Antiguos pobladores del lugar aseguraron que la municipalidad les provee el agua dos veces por semana. “Pasa el camión y nos carga los tanques”. Para la luz, casi todas las familias tienen grupo electrógeno, pero el gasto es altísimo.

En el Correntoso en cambio, el predio tiene energía eléctrica. En ese sector, la comunidad explota comercialmente el camping y una proveeduría.

En diciembre de 2014 una fracción de la Comunidad Paisil Antriao ocupó el predio y el edificio de una hostería en construcción abandonada, en el Belvedere. En febrero de este año, en una acción simultánea, la Comunidad ocupó otros tres lotes en esa zona, uno del basquetbolista Emanuel Ginóbili. Hace poco, lo dejaron y el lonco Ernesto Antriao se comprometió ante la fiscalía a no volver a ocupar ese terreno.

• En San Martín de los Andes, la toma de tierras es constitutiva de la ciudad, al punto que buena parte de las laderas que rodean el casco histórico fueron pobladas de ese modo. Pero es curioso: no hay ocupaciones masivas recientes, la única fue desactivada mediante acciones conjuntas de la provincia y el municipio.

La arquitecta Stella Solanas, que analizó el poblamiento local, explica que en las laderas del cerro Curruhuinca están los barrios más antiguos originados en toma. El área tiene condiciones de inestabilidad con peligros geológicos que afectan a 1.000 familias. El municipio busca relocalizar los más vulnerables.

El cerro Comandante Díaz, que abraza al casco histórico por el sur, también tiene en sus faldeos a familias ocupantes, además de las comunidades mapuches que hacían un uso ancestral de esas bandejas y laderas. Hubo nuevas ocupaciones -no masivas- en la última década. Varios fueron trasladados por el municipio. La última toma masiva y organizada fue a principios de 2013 en tierras del Ejército, a la vera de la ruta provincial 48. Sus protagonistas fueron unas cien familias de hijos de viejos pobladores que ya no tenían lugar en los terrenos de sus padres para sumar su propia casita. Fue erradicada en octubre.

El municipio de Junín de los Andes reconoce tres tomas, aunque hay una cuarta en curso. En ésta, familias entran y salen porque está en un terreno impracticable lindante al río. A excepción de la Chimehuín-Toscas Blancas, las ocupaciones cuentan con electricidad y agua potable. Las casas se calefaccionan a leña y/o gas en garrafas. Desde el municipio, Elba Albarracín, asistente social a cargo del programa de Promoción de Derechos, reseñó que buena parte de las tomas locales se producen por un proceso de trasvasamiento del medio rural al urbano. Cuando merma el empleo en el campo, la gente se va a la ciudad.

• En Chos Malal hay algunas ocupaciones donde el municipio está regularizando la situación. Están en el barrio Uriburu cerca del desagüe pluvial.

• Rincón de los Sauces, según los datos recogidos en la municipalidad y en la comisaría, no tiene tomas. Hay solo un barrio con viviendas precarias, en terrenos entregados por la municipalidad en su mayoría a trabajadores petroleros.


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