Neuquinos apelan al ingenio para producir

Cinco microempresas enfrentan con audacia a la globalización.Todos desarrollan recetas imaginativas. Pueden producir hongos, huevos de codorniz o escribir y editar al mismo tiempo un libro de cuentos infantiles. En la provincia, los microemprendedores son una especie en crecimiento y buscan nichos donde poder desarrollarse. Al comienzo, los proyectos necesitan la muleta de algún organismo estatal para poder despegar.

NEUQUEN (AN).- ¿Qué tienen en común un carpintero, una familia que produce hongos, el autor-editor de un libro de cuentos infantiles, la dueña de un taller de confección de uniformes y ropa de trabajo y un criador de codornices? Se trata de cinco micro emprendimientos, algunos familiares y otros unipersonales, que conducen sus pequeños proyectos como botes en el océano globalizado de la economía moderna.

Cada uno tuvo sus problemas: con el municipio por las habilitaciones, con los híper y supermercados que les exigieron normas rigurosas de etiquetas, códigos y embalaje -o «packaging» en la jerga actual- y, el último aunque no el menor, con el gobierno, a quien le piden reglas de juego claras en cuanto al fomento a la actividad de las micro y pequeñas empresas, la instrumentación del compre neuquino y la flexibilidad de los mecanismos administrativos.

El Centro PyME, donde fueron por ayuda, constituye el segundo denominador común de estos emprendedores. Consiguieron un aporte mínimo -1.500 pesos por cada uno- en bienes o servicios: equipos de computación, diseño gráfico de etiquetas y folletería, asesoramiento o capacitación.

Edmundo Sainz llegó hace poco a colocar los huevos de codornices en las góndolas de los supermercados -por ahora está «solamente en Topsy y tengo negociaciones con La Anónima», informó-. Comenzó con la cría de esas aves en 1999, recibió un aporte de dos mil pesos de la entonces secretaría de Producción y Turismo y ahora aguarda una nueva asignación que le permitirá incrementar la capacidad de producción de su criadero y mejorar el diseño de logo, caja y papelería.

Sainz dijo que durante mucho tiempo «tuve que presionar a las autoridades municipales y provinciales». La gestión que terminó con la habilitación comercial «no fue un camino de rosas», aseguró.

Actualmente, reforzó la estructura de las instalaciones que posee en el corazón de Villa Ceferino, donde «la producción de codornices es continua». De las 30 docenas de huevos diarias que obtiene, llegará a quintuplicar esa cifra -150 docenas por día- si puede incorporar más lotes de aves y llevar su corral de 600 a 2.500 codornices. En ese momento, sus comienzos de venta callejera habrán quedado bastante lejos.

«Mundo uniformes» de Marcela Cevasco Hernández comenzó a trabajar para empresas en 1993. Con algunos ahorros, Cevasco Hernández adquirió máquinas e insumos, alquiló un local y diseñó uniformes para empleadas de la administración pública en la cartera de Producción. Luego trabajó con otros organismos públicos: el EPAS, el instituto de la vivienda y el Banco Hipotecario Nacional.

El equipo de trabajo de la empresa está constituido por cuatro personas en carácter permanente, Cevasco Hernández, su madre y dos empleadas.

Varias tareas «están tercerizadas en talleres pequeños» y aguardan el resultado de compulsas de precios en la Policía Federal y los hospitales Castro Rendón y Horacio Heller.

Cevasco Hernández lamentó la rigidez de los mecanismos de compra del Estado, que impiden adelantar parte de los presupuestos, a diferencia de la actividad privada. Con esos anticipos se podrían adquirir insumos y mejorar el precio final, indicó. Ese ingrediente de competitividad se traducirá en «una oportunidad para el crecimiento» de la pequeña empresa local.

En un futuro inmediato, el proyecto consiste en poner una página en Internet donde puedan ofrecerse los distintos modelos de uniformes para gastronomía, hotelería, hospitales. «Una especie de catálogo virtual», dijo.

Luis Rivera es dueño de un taller de carpintería de obra con tres empleados y 25 años de gestión. La actividad más importante fue «la de proveedor del Estado», como muchas firmas de la región. Se refirió a la necesidad de optimizar los mecanismos de compra para permitir que el pequeño y mediano empresario pueda financiar. El problema más acuciante, dijo, es el financiero, «no hay capital de trabajo, no tenemos una moneda».

Coincidió en la importancia de flexibilizar las normas de compra en el Estado para apoyar el crecimiento económico del sector, porque ante una situación adversa «el banco nos califica mal y ese antecedente después conspira contra la actividad», aseguró Rivera.

También se refirió a la necesidad de buscar una mayor transparencia en los procedimientos de adjudicación de la obra pública de forma de nivelar las oportunidades de las empresas locales con las que tienen mayor poder financiero.

Hongos y libros, dos apuestas al futuro

NEUQUEN (AN).- En Vista Alegre, la familia Rozas y nueve beneficiarios de planes de subsidio al empleo se dedican a la producción de hongos de la clase pleurotus que se comercializan en restoranes de la zona y en los supermercados de La Anónima y Topsy. Hasta ahora, se obtienen 2.500 kilogramos de hongos aunque podrían estar en rangos superiores, en «unos 20 mil kilos por temporada» si en julio del año pasado no le hubieran incautado la producción completa, dijo Mercedes Rozas.

MR&MR producciones fue víctima en esa fecha, de la pelea entre Neuquén y Río Negro por el paso de alimentos a través del puente carretero que une esta capital con Cipolletti. En esa oportunidad, cuando llevaba los hongos a un secadero -«porque los compradores, una empresa de Alemania, exigían menos porcentaje de humedad»- la policía rionegrina los secuestró e incineró.

Una vez perdido el trabajo de un año, «nadie se hizo cargo y tuvimos que financiarnos con la tarjeta de crédito», dijo Rozas.

Cambió la vida de la familia: se trasladaron a la chacra en Vista Alegre, despidieron a dos de los empleados permanentes y a otros dos temporarios y se recomenzaron con la producción, y ahora están en los 250 kilos que quedan de las dos toneladas y media que obtienen de hongos frescos.

El cultivo se hace a cielo abierto en tacos de álamo, y su producción le permitirá abastecer completamente la red de supermercados de La Anónima. El contacto con el Centro PyME se hizo para diseñar el exhibidor y la carpeta de presentación de la empresa.

El estudio de diseño «mejoró la presentación y nos sirvió para entregar material a Jetro», la agencia de desarrollo japonesa cuyos representantes estuvieron en septiembre en Neuquén.

Juan González produjo totalmente «La montaña de la semilla dormida»: escribió, diseñó, editó y se dedicará a vender la edición de mil ejemplares del libro, el primero de una colección de cuentos infantiles neuquinos «que son los primeros en su categoría» en la provincia.

El diseño fue financiado con el programa para microayuda del Centro PyME, pero González también tuvo la colaboración de otras entidades y empresas: CALF, LU5, Récord FM y radio Cumbre, la fundación del banco provincia. Esta semana, el libro -de 22 páginas en formato de 15 por 20 centímetros e ilustraciones a todo color- estará en la calle, vendido por su propio autor.

El arte de tapa y de interior está a cargo de «Nico, un dibujante de Cipolletti». Con la venta de esta edición, González proyecta reinvertir en tres libros más que tiene en carpeta. La idea es «que la colección sea para que los padres lean cuentos a los chicos, para que haya mejor contacto en las familias».

Más de 70 pedidos en el Centro Pyme

NEUQUEN (AN).- A la fecha, más de 70 pedidos de microayudas llegaron al Centro PyME, y una veintena tuvo resultado favorable. Se trata de pequeños proyectos que los emprendedores diseñan para complementar algún aspecto del circuito de producción-servicio-comercialización de su negocio.

El monto máximo es de 1.500 pesos que se otorga «en especies». En realidad, se trata de una asistencia para que el titular de un emprendimiento pueda «completar alguna carencia. Gabriel Carnelli, encargado del sector de nuevos proyectos en el Centro PyME, aseguró que «se trata de un programa amplio y fácil», porque depende que el beneficiario consiga los presupuestos correspondientes. La asistencia se canaliza en registros de marcas y códigos de barras necesarios para la comercialización, folletos de difusión y promoción de bienes y servicios, asistencia en equipamiento informático. El presupuesto para este fin es de 150 mil pesos anuales.


NEUQUEN (AN).- ¿Qué tienen en común un carpintero, una familia que produce hongos, el autor-editor de un libro de cuentos infantiles, la dueña de un taller de confección de uniformes y ropa de trabajo y un criador de codornices? Se trata de cinco micro emprendimientos, algunos familiares y otros unipersonales, que conducen sus pequeños proyectos como botes en el océano globalizado de la economía moderna.

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