Ni maldita, ni desierto, ni gris
En la presentación, Masera derriba dos de las ideas que acompañaron durante más de un siglo a la Patagonia.
Para sacudirle el mote de «tierra maldita» -frase atribuida a Charles Darwin-, cita al historiador chileno Armando Braun Menéndez, que culpó a un error de traducción del equívoco respecto de los dichos del científico. La verdadera frase fue «la maldición de la esterilidad está en la tierra» y no «la esterilidad se extiende como una verdadera maldición sobre todo el país».
En cuanto a lo de «desierto», Masera prefirió la denominación de «tierra árida», aunque admitiendo que está «en proceso de desertificación» y enfatizó que llamar «Campaña al Desierto» al operativo militar encabezado por el general Julio A. Roca «tuvo la connotación de negar la existencia indígena; donde no había blancos no había gente, la nada… el desierto».
Se remonta el estudio a los primeros pobladores y derriba también la creencia de que tehuelches y mapuches fueron los exclusivos pueblos originarios.
Ubica en la región costera en el comienzo y al menos hasta el año 1600, a grupos de pobladores fuéguidos y láguidos, de los cuales se han hallado restos en la Laguna del Juncal -cerca de Viedma- y hasta San Antonio Oeste. Estos grupos sucumbieron y se fundieron con los tehuelches, que fue la etnia que encontraron los primeros españoles a fines de 1700.
La obra compila la espléndida descripción que, de la Patagonia hizo el marino Basilio Villarino, cuando lamentaba que en Buenos Aires daban sólo órdenes de custodiar militarmente las costas, sin atender las posibilidades que la región daba para la instalación de miles de familias de colonos y poblaciones. «Sin que la hayan visto ni pintada, ni entiendan su pintura», decía.
En la presentación, Masera derriba dos de las ideas que acompañaron durante más de un siglo a la Patagonia.
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