Eficiencia energética, un atraso que cuesta caro

Las recientes idas y vueltas del gobierno sobre las tarifas.

Editorial

Las recientes idas y vueltas del gobierno sobre las tarifas de gas y electricidad, incluyendo la polémica generada por la frase del presidente Mauricio Macri sobre quienes andan “en remera y en patas” en su casa en pleno invierno, ponen sobre el tapete un aspecto poco debatido en las complicaciones energéticas que atraviesa el país: la eficiencia energética de las construcciones y los patrones de consumo no sólo de individuos sino del sistema productivo.

No es la primera vez que desde el gobierno hablan de los “derroches” energéticos, al señalar, correctamente, que tanto el gas como la electricidad tienen elevados costos y que la estructura de subsidios vigentes al consumo crea desigualdades (entre los usuarios de clase media de la red y los que deben recurrir a la garrafa social, por ejemplo) y no fomenta el cuidado de un recurso escaso y a menudo no renovable. Sin embargo, en vez de enfatizar en actitudes individuales que pueden ser reprochables pero que son difíciles de generalizar, debiera centrarse en factores colectivos que afectan la eficiencia energética del país y que son resorte de los gobiernos de todo nivel.

Según el experto del laboratorio de Arquitectura y Hábitat Sustentable de la Universidad de La Plata, Jorge Czajkowski, el país tiene más de treinta años de atraso en materia de eficiencia energética de sus edificios, comenzando con las dependencias públicas (escuelas, edificios ministeriales, ciudades judiciales) y los planes de vivienda. En sus palabras, las construcciones son como “si nuestra heladera de casa fuera sólo de chapa: ‘hornos’ en verano y ‘heladeras’ en invierno, cuando no se lo necesita”.

La mayoría de los expertos coincide en que una adecuada planificación del diseño de las construcciones según la zona, el clima, ubicación y sentido de la radiación solar y realizar una “envolvente térmica” de las construcciones permiten, con un costo adicional de entre el 6 y el 8% del total, un ahorro de entre el 60% y el 80% del gasto anual de la refrigeración y calefacción de los inmuebles. Si bien hubo en distintos gobiernos varios intentos por establecer criterios de eficiencia energética en las construcciones, se han quedado más bien en estudios, pruebas pilotos y normativas parciales que muy pocos cumplen.

Sin hablar de las construcciones ya hechas, los nuevos proyectos tienden a repetir viejos errores: si uno mira con detenimiento, no hay grandes diferencias entre las casas de la zona atlántica, el Alto Valle o la cordillera, a pesar de que las condiciones ambientales, climáticas y de provisión de combustibles son totalmente diferentes. Como ejemplo, el poblado de Mencué, visitado en estos días por este diario, cuenta desde hace poco con la provisión de gas gratuito mediante un módulo de YPF, financiado por la Provincia. Una medida acertada desde lo social. Sin embargo los propios pobladores aceptan que “no alcanza” durante los duros meses de invierno y deben completar su calefacción con leña. La simple vista de las fotos de las viviendas muestra los precarios sistemas de aislamiento: paredes de ladrillos o adobe con finos revoques o sin revocar y techos de chapa, incluso en las casas construidas por la Provincia en ese paraje. Tampoco hay evidencias de alguna acción del Estado para favorecer mejoras en este aspecto de las viviendas particulares.

A eso habría que agregar falta de regulaciones para fomentar aparatos eléctricos de alta eficiencia y bajo consumo, o calefactores que desperdician en el tiraje casi el 40% del calor que producen y que podrían mejorar sensiblemente con escasas modificaciones de diseño.

Se estima que nueve de casi diez viviendas construidas en el país requerirían de una “rehabilitación térmica”, un mejor “abrigo” para disminuir el consumo energético. No es algo que ocurra de la noche a la mañana. Países de avanzada en este tema como Suecia y Dinamarca lograron reducir su gasto en energía a pesar de altas tasas de crecimiento económico, pero fueron en lapsos de treinta años, con políticas de Estado y planificaciones que siguieron y mejoraron socialdemócratas, liberales y conservadores. Una tarea compleja en esta Argentina cíclica, donde cada administración pretende refundar la política. Pero vale la pena, para que, en futuras generaciones, “estar en patas” en casa en invierno no sea un lujo pagado con elevados subsidios, sino consecuencia de políticas públicas que hagan a nuestros hogares y edificios comunes más amigables con el ambiente y sus habitantes.


Construcción: ni paneles solares ni terrazas verdes en Roca

Ni paneles solares ni terrazas verdes. En Roca “no hay construcciones que innoven en energías alternativas”, según se indicó desde la Dirección de Arquitectura municipal.

“Tenemos 3.600 expedientes en diferentes estados, visados, aprobación y /o subsistencia, observados sin retirar, observados sin reintegrar, aprobados para retirar y pendientes para visar”, se informó desde el área del municipio que conduce el arquitecto Martín Frullani.

En dichos expedientes –que incluyen los 110 planos que se presentaron en lo que va del año para su aprobación– no hay ningún proyecto que sume la sustentabilidad. “Siempre prevalece la construcción tradicional y muy poco se construye en algún sistema alternativo”, se afirmó.

Barrios en auge

Stefenelli, Los Olmos y corredor Viterbori son los sectores en donde se ubica el grueso de las obras, que en un 80% son viviendas unifamiliares.

Según se informó desde el área municipal a principios del corriente año, el 75 % por ciento de las viviendas se construía a través del Programa Crédito Argentino (Procrear). En tanto, ahora las obras enmarcadas en dicho plan nacional han registrado una baja y actualmente representan el 30% de las obras en ejecución.

En cuanto a torres, se informó que hay 6 en construcción y otras dos iniciativas que efectuaron consultas en el municipio, ya que tendrían intención de iniciar.

Sin permiso ni carteles

Respecto a las infracciones, se informó que las faltas más comunes son la detección de construcciones clandestinas “sin intervenciones de profesionales o técnicos de la construcción”.

Sino es común el comienzo de los trabajos antes de la aprobación de planos. En lo que va del año se emitieron sólo un centenar de permisos de obra. Ocurre que algunos presentan en el municipio la documentación pero no tramitan la solicitud del permiso provisorio de obra, necesario para iniciar las tareas. Otras faltas repetidas son el no colocar la cartelería de obra, la ocupación de la vereda, la falta de vallado sobre vía pública o linderos y el no respetar el paso peatonal en las veredas.

Según se detalló, en lo que va del corriente año se labraron 71 actas y se enviaron 48 notificaciones de irregularidades.

Qué se construye

Datos

80%
de las obras en marcha son viviendas unifamiliares. El resto corresponde a locales comerciales.
30%
se construye mediante el Procrear. Se observa una baja respecto a enero, cuando representaba el 75% del total.

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