Nieto de Carlotto: “La música estaba instaurada en mi identidad”

Hoy dará su primer concierto en Capital Federal con su nueva identidad.

HOY DA UN CONCIERTO

Por Paula Bustamante

Ignacio Guido Montoya Carlotto, nieto recuperado de Estela Carlotto y quien hoy dará su primer concierto en Buenos Aires con su nueva identidad, reafirma que su afición por la música es genética, por el padre asesinado que nunca conoció.

El pasado 5 de agosto este querido profesor de música en Olavarría pasó a ser el nieto 114 recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo.

Ignacio Guido creció en el campo, sin electricidad y como única diversión tuvo una biblioteca prestada por el patrón de los peones que lo criaron como hijo propio, contó en una entrevista con AFP en Puerto Madero.

El flechazo con su primer amor, un teclado electrónico Casio, se dio a sus 10 años en un baile de campaña, una fiesta rural “donde una banda tocaba un poco de todo”, recordó.

“Aquel acontecimiento me pareció tan maravilloso que me conmocionó. Empezó una relación que no me abandonó más”, dijo el jazzista de 36 años, que desde hace tres meses conoce su pasado de bebé robado durante la dictadura.

Se empeñó en estudiar música sin saber que al recuperar su verdadera identidad descubriría que su padre era baterista, su abuelo paterno saxofonista y su abuelo materno, también llamado Guido, un amante del jazz. “Fue como hacer ¡clic!”, dijo.

El nuevo pasado ha inspirado composiciones en la misma línea de su obra anterior y que tocará el sábado con su septeto junto a temas de su disco “Musa rea”, una revisión vanguardista del folclore argentino.

“La música ya estaba más instaurada en mi identidad que en el documento”, dijo.

Montoya Carlotto fue concebido por una pareja de militantes de Montoneros, Walmir Oscar “Puño” Montoya y Laura Carlotto, asesinados por la dictadura.

Trascendió que sus padres de crianza recibieron de manos de su patrón el bebé robado a Laura, pero Ignacio Guido no habla de esta historia, que forma parte de una investigación judicial.

Completó la primaria en una escuela con ocho alumnos, “un lugar muy chico en medio del campo” de Olavarría, “su lugar en el mundo”, donde vive de forma austera.

Sacó la secundaria con título técnico de maestro en obras de construcción pensando en un modo rápido de ganarse la vida.

“Mi papá decía: ‘Como nosotros no somos dueños del campo vas a ser siempre empleado, entonces lo que tenés que hacer es estudiar para poder progresar’”, recordó evocando a Clemente Hurbán, quien lo crió junto a Juana, ambos de 65 años.

Su primer maestro de música a los 11 años le comunicó a los Hurbán, luego de cuatro clases, que tenía condiciones para tocar y le compraron el teclado “con un pago en un millón de cuotas”.

Su camino como músico tuvo un montón de escollos, sobre todo económicos, porque su gusto por el teclado electrónico en una casa sin electricidad a finales de los 80 “requería de unas pilas que eran carísimas”, dijo.

En la casa de los patrones vio el primer piano, instrumento que captó la atención para siempre de Ignacio Guido.

En los 90, se dispuso a trabajar en construcción, pero “no se construía nada y eso me ayudó a plantearme todo”.

“Bueno, si me voy a morir de hambre al menos que sea haciendo lo que me gusta”, pensó entonces.

Se fue a Buenos Aires a estudiar y a los 21 años con ayuda de sus padres y unos ahorros juntó unos 1.000 dólares para comprar su piano. “Para mí era un montón” de plata, dijo.

En la tienda, el vendedor le lanzó: “Con esa plata podés comprar una parrilla pero no un piano”, contó riendo.

Se terminó comprando un Rönish usado al que tuvo que invertirle años y más dinero para que funcionara. Hoy es el consentido de su casa.

Desde que se conociera su origen, Ignacio Guido lidia con cientos de pedidos de entrevistas, invitaciones de presidentes, solicitudes de “selfies” en la calle y propuestas para tocar dentro y fuera de Argentina.

El músico que protagoniza el final feliz de un capítulo siniestro de la historia contemporánea argentina solo agradece a la vida sin reproches públicos.

Agencia AFP


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