“No asocien la tristeza a nuestros nombres”, pidieron las Madres en Neuquén
Una multitud marchó contra el golpe genocida. Las madres pidieron “tenemos que apoyarnos”.
40 años del golpe
“A 40 años, cuantas calles caminamos, cuanto dolor, cuanta ausencia, pero que paradójico, porque cuanta alegría. Acá están ustedes, por eso jamás asocien la tristeza a nuestros nombres, estamos para repudiar el golpe genocida, cívico militar, eclesiástico, jurídico y económico más grande del país”, dijo anoche sobre un escenario Lolín Rigoni, Madre de Plaza de Mayo, después de marchar junto a miles de personas y aferrada a la bandera que exige no olvidar.
A las 19:30 el aire se puso apenas fresco y la multitud comenzó a llegar al Monumento San Martín. En los postes de luz flameaban las fotos de los desaparecidos a las que el tiempo ajó y la lucha le dio fuerza. Las murgas comenzaban a sonar, y la gente coreaba en un solo grito: “Como a los nazis les va a pasar adonde vayan los iremos a buscar”.
Por la calle Roca avanzaba una multitud y por la Buenos Aires bajaba la gente de la Universidad del Comahue. De a poco, todos se sumaban a una única columna. Cuando llegaron Lolín, Inés y Oscar, se acercaron a los chicos de la Agrupación Hijos, tomaron a la bandera que decía “Somos los 30.000” y la columna se comenzó a mover.
César Casas caminaba en primera fila y la foto de su hijo Matías, impresa en el pecho gritaba “presente” en letras rojas: “Tenemos que marchar por los de antes y por los que son víctimas de la policía ahora. Parece que el pueblo no tiene memoria pero estas actividades son importantes para no siga pasando de una vez por todas”, exclamó.
Julián y dos amigos de no más de 11 años, con su propia bandera explicaban que estaban ahí para que Nunca Más, “la dictadura prohibía canciones, desaparecía gente y murieron 30 mil”, decía tímido pero seguro. Gervasio Díaz de la Agrupación Hijos, a su lado, explicaba que se las había mandado un grupo de alumnos de una escuela. Sin pausa reivindicaba esa marcha que lleva una vida caminando. “A 40 años para nosotros, es momento de reflexión. Una de las consignas que propusimos fue seguir sus sueños revolucionarios, queremos seguir sus proyectos y que los genocidas vayan a la cárcel”.
Cada persona buscaba la reflexión y la memoria a su modo. Mientras las chicas de Bellas Artes rondaban con las caras pintadas de blanco, “o ausentes, como la identidad de los hijos de desaparecidos”, algunos muñecos del presidente del los Estados Unidos estaban destinados a la hoguera en la que un buitre hecho de papel se quemaba.









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