No hay esperanzas de hallar viva a Isabel Barco
El caso de Villa La Angostura es un misterio.
VILLA LA ANGOSTURA (AB).- Si bien todavía faltan atar importantes cabos sueltos y ni siquiera se sabe si los rastros de la sangre humana hallada pertenecen a María Isabel Barco, la hipótesis de homicidio de la mujer desaparecida en Villa La Angostura ya está confirmada, y el concubino de la víctima es el principal sospechoso.
La policía debió comenzar la investigación casi a ciegas, siguiendo cursos de investigación falsos y engañosos, porque en parte fueron brindados por el sospechoso, quien aseguró que su mujer había viajado a Bariloche para ver a los hijos de su anterior pareja.
«Aún falta encontrar el cuerpo de la mujer y establecer el móvil del crimen», aseguran los investigadores. Pero las autoridades entienden que con los indicios colectados el cuerpo del delito no es imprescindible para acreditar la materialidad del hecho, y presumen que «el homicidio habría tenido un motivo pasional».
Desde que un trozo de alfombra perteneciente al domicilio de la pareja y con rastros de sangre humana fuera hallado a unos 10 kilómetros del cruce de caminos, por la ruta que conduce al paso Cardenal Samoré, la policía tuvo la certeza del trágico fin de la mujer desaparecida. A ese indicio se sumó el secuestro de un listón de madera del mismo ambiente donde falta la alfombra, también manchado con sangre, y la desaparición de Ricardo Herlein, quien había prometido presentarse ante la justicia pero se ocultó en un lugar ignorado desde que intuyó que la policía había establecido en torno suyo un cerco del que no podría escapar.
María Isabel Barco tenía 36 años, y hasta su desaparición se desempeñaba como mucama en el hotel Angostura. Convivía con Ricardo Herlein y su hija adolescente en la casa 18 de la empresa Conevial, en el barrio Las Piedritas.
Sus allegados se preocuparon al conocer su desaparición, debido a las costumbres previsibles que caracterizaban a María Isabel, pero aunque la vieron por última vez el sábado 2 de febrero por la noche, las excusas dadas por Herlein hicieron que las tareas de búsqueda comenzaran recién el 6 de febrero.
La noticia de que al desaparecer vestía una musculosa negra y calzas, y que podría desplazarse en una bicicleta roja se basó en el testimonio de la última persona que la vio, un muchacho que la ayudó a reparar su bicicleta y aseguró que a las 20.30 de ese sábado había partido en su rodado en dirección al lago Correntoso. Otra versión indicaba que había salido a buscar a su perro, pero ahora se sospecha que ambos murieron el mismo día.
El miércoles 6 comenzaron a buscarla en los alrededores de la Villa, con perros rastreadores, y luego ampliaron la búsqueda a los barrios de Bariloche, donde viven dos hijos de la víctima de una anterior pareja.
Pocos días después una nueva circunstancia ensombreció las esperanzas de hallar con vida a la mujer, cuando los policías de la comisaría 28 encontraron muerto y semienterrado a la vera de la ruta 231 y cerca de la laguna Los Choros al perro de la mujer, un vistoso dálmata que habría corrido la misma suerte que su dueña, presumiblemente para prevenir que su fino olfato lo llevara a descubrir el lugar donde están sus restos.
Las sospechas sobre el concubino
María Isabel y Ricardo habían comenzado a convivir hace 5 años, luego de haber sufrido sendos fracasos matrimoniales. Ella, sobre todo, habría llegado a la Villa huyendo de su anterior esposo, a quien acusaba de haberla golpeado en forma reiterada.
La mujer era oriunda de Bariloche, aunque de origen chileno, y él había nacido en Salta y se desempeñaba como topógrafo en la empresa Conevial. Ella trabajaba como mucama en el hotel Angostura, y cuidaba una casa en las cercanías. Esos ingresos les permitían tener dos autos, uno de los cuales, un Clio, intentó vender Herlein en Bariloche, después de la desaparición de su mujer.
Cuando la policía secuestró el Clio en una concesionaria, faltaba la alfombra del baúl, y en allanamientos los investigadores comenzaron a colectar otros indicios, como restos de cartas y fotos de la pareja que Herlein habría intentado destruir. Las sospechas sobre una relación clandestina de Herlein apuntalan la hipótesis policial y el móvil del crimen. (AB).
Podría tratarse de otro caso Pucci
La seguridad de que María Isabel desapareció dejando sus documentos y tarjetas de crédito en su domicilio no deja lugar a dudas sobre su forzada ausencia y su fatal destino.
No son muchos los homicidios sin resolver en la región, pero lo cierto es que se van acumulando causas que se encaminan a la prescripción por falta de acción o capacidad para resolverlas.
El saber popular niega la existencia de crímenes perfectos, pero también dice que algunos criminales mueren de viejos, porque escapan hasta que el crimen prescribe. Al fundamentar la prescripción de la acción penal la doctrina jurídica acepta que en el destierro el criminal se redime del daño cometido, como ocurrió con el individuo que mató una niña en Plottier y fue capturado dos meses después que la causa prescribiera.
Hace varios años adquirió trascendencia un fallo del Tribunal Oral de Zapala, cuando condenó a Juan Carlos Pucci a cadena perpetua por el homicidio de su esposa, sin que se hubiera hallado nunca el cadáver. Indicios y sólo indicios, permitieron a los jueces condenar con la certeza de que no cometían una injusticia. Dudas, desde luego, quedaron flotando. ¿Y si la mujer se fue con otro? ¿Y si fue otro el que la mató? ¿Y si está consciente o ajena a lo que le pasa a su esposo?.
Sin embargo, el sospechoso fue condenado y no pudo evitar pasar muchos años tras las rejas. (AB).
Comentarios