«No hay futuro sin el FMI ni el BM»

Opinan dos de los principales economistas que influyeron en la negociación con el Fondo

PARIS y BERLIN (Especial).- Dos de los principales economistas que, con sus opiniones, volcaron la balanza del FMI para conceder un crédito puente a la Argentina, desbrozaron ante «Río Negro» las cuestiones esenciales que deberían resolver el actuar gobierno de transición de Eduardo Duhalde y el que lo suceda a lo largo de 2003, para salir del encierro actual, recuperar la confianza interna e internacional y volver a la senda del crecimiento.

Mientras el investigador francés Jerome Sgard, autor de «La economía del pánico», un libro que estudia las situaciones de paises emergentes, afirmo que el «el corazón» del problema es la solución del tema de la deuda del Estado y la de los bancos (algunos de los cuales deberán cerrar, se animo a decir), el alemán Ralf Zeppernick, director de América Latina del Ministerio de Economía, llamo a fortalecer el peso con un sistema monetario de libre flotación que contemple el potencial económico del país.

En su instituto parisino, Sgard coincidió en que el sistema bancario argentino «es uno de los puntos débiles» y señaló que el shock («una patata caliente», en su caracterización) debería servir para redistribuir la riqueza, imponer el equilibrio presupuestario y hacer crecer lo que llamo «la economía real».

En tal sentido, dijo que a la apreciación de la moneda y el bajo nivel de inflación, deberían seguir «aumentos salariales en los sectores que han sacado provecho de la devaluación, a los que además habría que subirles los impuestos».

«La pesificación real ha sido recibida muy bien, la que produjo iniquidades es la asimétrica. Y los que se han beneficiado claramente son los exportadores y los que sustituyen importaciones», precisó.

Destacó, empero, que no hay que olvidarse del mas del 50 por ciento de pobres y desocupados.

Consigno que otro problema es la insolvencia de las provincias y sus continuos déficits. Criticó la táctica que desarrollo el FMI el último año, donde se dio preferencia a los técnicos porque los políticos estaban inmersos en temas mas importantes, como Afganistán, Iraq y Brasil, por ejemplo.

«Argentina salió solita y se estabilizó en los últimos seis meses. La pesificación hizo funcionar ya el 50 por ciento de la economía real. Ahora – agrego – hay que incorporar al otro 50».

Recomendó a la Argentina a «no encerrarse» y a fomentar sus exportaciones.

«No es posible un futuro sin el Fondo ni el Banco Mundial, Buenos Aires debe aceptar las innovaciones».

Pero, por dónde pasan esos cambios?

«La solución racional – contesta – la debe dar el próximo gobierno con un plan de 4 años. Hay que entender que el FMI nunca es tan malo que cuando no tiene verdaderos negociadores enfrente. Brasil le discutió y tuvo relaciones espantosas y consiguió mejores resultados que la Argentina. No se puede – insistió – estar fuera del mercado internacional. Hay que apoyarse en el G7 y en el Mercosur, porque Argentina sencillamente no tiene dinero para distribuir».

Sgard insinuó algunos pasos que debería dar la próxima administración:

1) Lograr excedente primario presupuestario; 2) Destinar ingresos a los gastos corrientes, contemplando los rubros sociales, educativos y de sanidad y 3) Preservar recursos para empezar a pagar parte de la deuda externa.

«El FMI quiere por lo menos una mejora del Producto Bruto Interno del 2 o el 3%. Sabe – reconoció – que Argentina no pagara el 100 %, ni siquiera el 50. Quizá el 30», se arriesgo.

A pesar de su escepticismo, Sgard rescató un elemento positivo: «Hace un año estábamos en el caos, ahora los problemas están identificados y los argentinos a través de un pacto social deben decidir como comparten la crisis».

El funcionario alemán también ponderó por su lado los avances argentinos en materia de estabilidad, suba del PBI y de la balanza comercial. Sin embargo, apuntó que el proceso es complejo y siempre los tiempos preelectorales aumentan la inseguridad. «Se necesita un gobierno fuerte y capaz de actuar», afirmo Zeppernick.

Volvió a desmentir que el «caso Siemens por los DNI» haya influido negativamente en la posición del gobierno alemán respecto de la Argentina.

Sin embargo, reconoció que un acuerdo de partes favorecería el clima de inversiones, ya que las empresas alemanas buscan «un poco de confiabilidad y previsibilidad».

En sintonía con su colega francés, reclamo mayor independencia del Banco Central y la revitalización del Mercosur, con normas compatibles con la Organización Mundial del Comercio. Habló de reducciones arancelarias a conversar y admitió que a algunos países industrializados les resulta difícil reducir sus subsidios agropecuarios. Atacó al competidor Estados Unidos y subrayó que los alemanes «son grandes amigos de la carne Argentina», pero que no puede escapar así como así del corset europeo.

Consignó lo malo que fue «haber mantenido por tanto tiempo la paridad un peso un dolar. La economía argentina – graficó – por la gran dinámica de Estados Unidos, una fuerza que casi salta por los aires, termino sufriendo una gran recesión y el estallido de su sistema».

Exhortó a recuperar la confianza («el factor psicológico, como sentencio Erhardt, el autor del milagro alemán, es la mitad de la solución») y juzgo que «el hombre de la calle desarrollara una sensación positiva cuando vea andar el nuevo modelo».

«El G7 y el Club de París quiere ayudar a la Argentina. Pero es una ayuda a la autoayuda. Son los argentinos los que tienen la responsabilidad mas grande en la construcción de un nueva esquema económico y político», resaltó.

No acepto que técnicos como Horst Köhler o Anne Krueger sean «seres sin sentimientos», pero deslizó que los políticos se basan en los cálculos analíticos y a la hora de proceder «no pueden olvidarse que mas del 50% de la población argentina está en la miseria».

Arnaldo Paganetti


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