No les quedó otra que oficiar de parteros
La madre, Mariela, rompió bolsa y no fue posible esperar ambulancia.
Evangelina Martínez
Daniel y Rebeca, el matrimonio que ayudó a nacer a la pequeña Oriana, en brazos de su mamá Mariela.
VIEDMA (AV)- Oriana no dio tiempo a nada. Así como puso al borde los nervios de toda su familia los alivió con su primer llanto y ojos bien abiertos. La sabia naturaleza dijo “ahora” y no hubo opción. Mientras su papá Nelson y su tío Daniel Ulloa trataban de acertar los números del hospital para llamar la ambulancia, Rebeca alcanzó sólo a lavarse las manos y ayudar a la nueva sobrina a asomarse a este mundo. “Rompí bolsa cuando mi marido me ayudaba a vestirme para ir al hospital y a partir de allí todo fue muy rápido”, recordó Mariela Godoy, de 33 años, madre de tres nenas. Su concuñada Rebeca limpiaba su casa, ubicada al lado de la de Mariela en el barrio Lavalle, cuando una de sus sobrinas entró corriendo a avisarle que su mamá había roto la bolsa. “Corrí y cuando entré en la habitación sólo pude ayudarla a que se recostara. La cabecita de la beba ya asomaba y no alcancé más que a extender mis manos para recibirla”, relató la circunstancial partera que, además, está embarazada de cinco meses. Si bien todo fue inmediato los momentos de tensión parecieron eternos. “En el primer pujo asomó la cabecita pero Mariela respiró y me dio la impresión que la beba no podía salir y entonces la ayudé como pude. Me daba terror hacerle daño con mis uñas pero finalmente la saqué. Estaba boca abajo y así la tomé. Me dio la impresión que no respiraba y le di unos golpecitos en la colita hasta que lloró”. Esa primera expresión de la beba distendió el ambiente y le permitió a la tía partera reemplazarla en el llanto mezcla de emoción, alegría y tremendo susto. Los hombres de la familia -dos hermanos policías- se atropellaron más de una vez en el pasillo de la vivienda. No le acertaban con los números del hospital ni siquiera de la comisaría. “Eran tantos los nervios que no sabíamos qué hacer hasta que la beba soltó el llanto”, dijo Daniel, más conocido como “El Chino”, quien con el celular tomó la primera imagen de Oriana a segundos de nacida con una inolvidable expresión de sus ojitos. Primero la urgencia fue la ambulancia ante la inminencia del parto y después también para avisarles que la niña ya había nacido. Luego llegaron todos juntos: ambulancia y patrullero para preocupación de los vecinos que después festejaron la llegada de Oriana. Pesó 2,790 kg y fue más rellenita e impaciente que sus dos hermanas mayores: Luana de 11 y Lourdes de ocho. “Las tres fueron buscadas durante mucho tiempo pero parto como éste no tuve ninguno”, aclaró la orgullosa mamá. El 27 Oriana cumplirá un mes y ya tiene una gran historia para contar. Para su familia ésta fue una vivencia única y el recuerdo más tierno.
Evangelina Martínez
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