No te pierdas este policial: “Arab jazz”
Entrevista con su autor, el francés Karim Miské.
literatura
Tras realizar el documental “Judíos y musulmanes”, el escritor francés Karim Miské escribió en 2012 “Arab jazz”, una novela que entrecruza minorías religiosas fundamentalistas, tráfico de drogas de diseño y muerte con la que obtuvo el Grand Prix de Literatura Policial y que ahora, finalmente, llega a la Argentina.
“No sabía qué historia iba a contar, pero había hecho el documental y en ese momento vivía en el barrio 19° de París, donde había una visibilidad de las religiones, algo que no pasa en todas partes, algo excepcional. Es eso lo que describo en la novela”, cuenta Miské, de paso por Buenos Aires.
“Había terminado el documental sobre neofundamentalismos y una noche, caminando por el barrio, vi a un primer grupo de judíos jasídicos y, a pocos metros, otro de musulmanes salafistas. Vivían en el mismo lugar, pero se ignoraban. Al día siguiente empecé a escribir la novela con este héroe, el negativo de estos grupos ortodoxos, que es musulmán, pero no está involucrado en asuntos religiosos”, dice.
“Arab jazz” (publicado por Adriana Hidalgo), que fue muy celebrada en Francia, está protagonizada por el complejo Ahmed, un joven hijo de musulmanes alejado de toda práctica religiosa y lector compulsivo de novelas policiales que, tras pasar una temporada en una clínica psiquiátrica, intenta resolver su retraída relación con el mundo social.
Su vecina Laura –una atractiva azafata, hija de acérrimos Testigos de Jehová– es asesinada y Ahmed, junto a la interesante dupla policial, la judía Rachel y el bretón, Jean, tratarán de desmenuzar un entramado de jóvenes salafistas, jasídicos y católicos, tráfico de drogas, corrupción policial y manipulación de dinero, poder y sexo.
Este thriller es también una metáfora del bien y el mal, con matizados personajes –luminosos y astutos– que le hacen frente a un retorcido plan de oscuridad, todo atravesado por referencias a Ellroy, Hammett, Patti Smith, Gainsbourg, Portishead, Dinah Washington y supeditado a un nuevo producto de diseño: Godzwill o la voluntad de Dios; una droga que “no te hace sentir Dios, sino que te vuelve Dios”, como explica su autor.
Miské, que con “Arab jazz” ingresó al mundo literario y que hasta ahora es muy poco conocido en Argentina, nació en 1964 en la ciudad Abidjan (Costa de Marfil) hijo de padre mauritano y musulmán y de madre francesa, atea y marxista. Hoy, es un reconocido realizador de documentales en París e investigador de temas como los neofundamentalismos religiosos, la bioética y la sordera. “La religión era mi destino, si no hubiera vivido con mi madre. De haber crecido en Mauritania, hoy tendría un papel religioso, un intermediario que reza para los demás, un `Zwaya`. Es como si hubiera podido ser esta otra persona”, reconoce.
–¿Cómo reconstruyó esos pensamientos fundamentalistas?
–Traté de pensar cómo personas que viven en Francia, en una sociedad moderna, ponen a Dios en el centro. Para hacer el documental tuve que meterme en esos mundos y requería mucha empatía para entender cómo funcionaban. Era como si ellos lograran entrar en mí, por eso cuando escribí el libro pude librarme de esa empatía. Fue un exorcismo.
–Surgen analogías muy fuertes entre las drogas y la religión…
–Cuando lo pensé me pareció justo que venga el tema de la droga y me hizo recordar la frase de Karl Marx `La religión es el opio de los pueblos` porque el discurso de Dios transforma a la población de un lado y del otro y los que venden droga hacen lo mismo. Buscan llenar un vacío existencial. Sean dealers o fundamentalistas, al final, venden un producto y encuentran un público hambriento. Con el documental vi que entre estos neofundamentalistas había ex drogadictos, en general heroinómanos, y lo que les había permitido salir de ese mundo era tener un Dios en altas dosis, muy fuerte y absoluto. Para mí, es la misma cosa, el fundamentalismo no es un religión normal, es más fuerte y poderosa. Es diferente a la fe, tener esperanza es muy necesario para el humano.
–En su libro ¿hay un intención de describir y desmontar estructuras muy enquistadas?
–Más allá de la religión, me importa mostrar la manipulación por el poder, la alienación y la perversión que usan a partir de la necesidad de la gente. Trato de tener esperanza. Tras la caída del comunismo, uno podía pensar que ya había terminado esa alineación mental, pero cada generación tiene un peso que afrontar, ahora es el religioso y el neoliberalismo, una ideología que no dice su nombre.
–Arab jazz” entonces, ¿es una denuncia a esos sistemas?
–No lo escribí para eso, pero sería muy hipócrita si dijera que no. Sí, por supuesto que es una denuncia. (Télam).-
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