No terminan los riesgos para Inés

Los focos infecciosos ponen en peligro a la cipleña trasplantada un año atrás

CIPOLLETTI (AC)- En febrero del año pasado el nombre de Inés Marillán resonó en todo el país. Esta cipoleña de 46 años encabezaba la lista de emergencia nacional del Incucai porque requería con desesperación un trasplante de hígado. Lo consiguió. Los médicos la operaron y tras largos días de internación en el Hospital Italiano de Buenos Aires logró regresar a su casa, en el barrio Anai Mapu.

«Me siento bien, gracias a Dios», dijo ayer Inés, aunque su voz se escu-cha ronca porque las cuerdas vocales se vieron afectadas por haber estado tanto tiempo entubada esperando el órgano que le devolvió la vida.

Pasó un año y sin embargo el ries-go no terminó para ella: lo tiene en la puerta de su casa. A pesar de haber reclamado más de una vez al municipio, aún sigue teniendo en forma constante grandes charcos de aguas servidas en la esquina de su vivienda. El olor es insoportable.

La mujer trasplantada vive en la calle Río Negro, una de las arterias troncales del barrio Anai Mapu. Su casa pertenece al plan de 130 viviendas.

Inés recordó que en ese sector hace años se hizo la obra de cloacas pero no todos los vecinos se conectaron al sistema. Por eso muchos aún siguen teniendo pozos ciegos, sin los resguardos y controles necesarios. «Se ve que los desagotan en la calle», expresó.

«No tiene que tener ningún foco contaminante que la afecte», decían sus familiares en marzo del año pasado cuando preparaban la casa para que Inés pudiera regresar desde Buenos Aires.

Con sus escasos recursos y la ayu-da de algunos vecinos solidarios, realizaron algunas tareas de pintura y otros arreglos. También gestionaron que el regador pasara más seguido por la calle de tierra frente a la vivien- da y que no se juntaran agua servidas para poder garantizar la asepsia.

Los cambios se concretaron, pero sólo al principio. El regador dejó de pasar tres veces y ahora sólo va una; y los efluentes de los pozos ciegos del vecindario se acumulan en forma constante a metros de su propiedad.

«Yo me enfermé porque barría toda esa suciedad para sacarl del frente de mi casa. Y así como me pa-só a mí, le puede pasar a cualquiera», advirtió la mujer.

Inés tuvo una hepatitis fulminante. Ingresó al hospital Italiano de Buenos Aires el 6 de febrero y días después recibió un trasplante de hígado.

«Debe estar rodeada de ambientes limpios», detalló uno de los especialistas que la atendió entre las indicaciones que le dio por escrito.

«¿Cómo hago?. Me tengo que encerrar. No puedo salir a la calle por la tierra y por el olor», comentó ayer.

Tampoco puede disfrutar del patio de su vivienda porque la familia no pudo juntar el suficiente dinero para realizar un piso de cemento y ella no puede estar en contacto con la tierra.

«Me dicen que tengo que hacer la vida normal pero no puedo. Sólo sal- go un poco cuando me llevan al cen-tro sino tengo que estar siempre a-dentro», dice con tono desanimado.

Más de una vez se encuentra con materia fecal y orina en la puerta de su casa. A pesar de que para entrar y salir se coloca un barbijo como prevención, el riesgo está siempre presente. Para ella, por su delicado estado, y para el barrio en general.

«Una chica me dio la vida»

CIPOLLETTI (AC).- «Ya me perdían, pero a último momento una chica de 16 años me dio la vida», expresó ayer Inés Marillán. No pudo contener las lágrimas al recordarlo.

Como tantos otros pacientes que recibieron un trasplante, esta cipoleña sólo tiene palabras de agradecimiento hacia la familia de su donante. «Yo sé que tengo un pedacito de esa chica. Ella murió pero me dio vida y salud a mí», manifestó.

Inés dijo que lo único que sabe de su donante es que fue una adolescente de 16 años de Buenos Aires. Nada más. Recién cuando cumpla tres años de trasplantada podrá tener algo más de información, según le dijeron.

«Me gustaría que toda la gente done los órganos. Van a sentir que ese hijo, ese familiar va a seguir viviendo en otra persona», sostuvo.

Inés Marillán fue derivada desde Río Negro al Hospital Italiano de Buenos Aires el 6 de febrero del año pasado. Estuvo varios días en estado crítico esperando un hígado que le salvara la vida.

El 12 de ese mes, según consta en los archivos periodísticos, recibió el órgano que necesitaba y fue operada con éxito. Para ella la fecha de la cirugía fue otra: el 17 de febrero.

«Hoy estoy festejando mi primer cumpleaños», le dijo ayer Inés a «Río Negro». La mujer cipoleña asegura que se siente «bien» y que ahora debe continuar con los controles cada tres meses y en forma diaria tiene que tomar varios medicamentos (que se los da la obra social) para evitar el rechazo.

Después del trasplante fue operada por segunda vez porque sus cuerdas vocales se afectaron por haber estado tanto tiempo entubada esperando el órgano que necesitaba.


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