“No todos los políticos son como yo los pensaba”

Carta a Carlos Soria: Hoy, como la gran mayoría de los ciudadanos de mi provincia, me siento profundamente conmovido, dolido, angustiado y acongojado por la increíble noticia de su fallecimiento. Más allá de las vicisitudes de su muerte, esta tragedia que enluta a la provincia me ha hecho reflexionar sobre un sentimiento que en más de una oportunidad tuve la intención de hacérselo conocer y no me atreví, ya sea por pensar que se me malinterpretaría, por vergüenza o por vaya a saber qué razón, y hoy lamentablemente es muy tarde para realizarlo. Desde mi humilde posición de ciudadano común de la provincia siempre tuve la misma visión de “los políticos” en general: gente poco honesta que lo único que pretendía era llegar al poder para autobeneficiarse y olvidarse del papel que le había sido asignado. Incluso, y dejando la política de lado, siempre consideré la soberbia como el peor de los defectos en una persona. Tal vez por estas dos razones nunca me dirigí a usted desde un comienzo en forma directa, ya que presuntamente para mi modo de ver tenía los dos defectos apuntados. Fue así que allá desde el comienzo del milenio (principios del 2002 creo) en más de una oportunidad me lo crucé por las calles de General Roca caminando, lo miré y usted me miró, ambos creo que con intención de saludarnos, pero nunca lo hicimos vaya a saber por qué, como creo que en más de una oportunidad dos roquenses hacemos lo mismo en nuestras calles a pesar de conocernos “de vista” y cruzarnos treinta veces al día. Fue así que cada vez comencé a verlo más seguido, hasta que un buen día lo encontré aplaudiendo por las calles de la ciudad con un grupo de aproximadamente treinta personas, festejando lo que había sido su primera intendencia de la ciudad. Yo continuaba en la misma postura y creencias. Finalizado su primer mandato, comenzó a generarme dudas la postura que mantenía sobre usted, ya que a Roca comencé a verlo diferente, incluso con noticias que –debo reconocerlo– me asombraron (el intendente persiguió a un infractor en su vehículo porque circulaba a exceso de velocidad por el Canalito, por ejemplo). Fue así que comenzó a generarse en mí el deseo de concurrir al municipio y pedir entrevistarme con usted para felicitarlo personalmente por su postura y forma de ver las cosas, ya que coincidía plenamente con mis ideales, pero, como dije antes, nunca me atreví. Fue así que finalizado el segundo mandato y ya electo gobernador de la provincia, los prejuicios que tenía se habían desvanecido, ya que la vida –una vez más– me enseñó que no debe juzgarse a la gente sin conocerla. Más aún, como cuando recién asumido el cargo –y esto con mi conocimiento personal– tuvo la deferencia de convocar a un amigo mío para que encabezara un organismo público, sabiendo positivamente que era de bandera política contraria a la suya, pero convencido de que esa persona era la mejor para el cargo que se le designaba. Y lo que es más insólito aún para “los políticos”, haciéndolo en forma totalmente privada, sin darlo a conocer a la gente para sacar provecho de ello. Esto habla a las claras de su vocación de beneficio por el interés general, sin importar los partidos políticos ni presuntas “venganzas” o “remordimientos” hacia fuerzas contrarias a la suya. Usted me demostró con creces que lo que yo consideraba soberbia era la forma correcta de poder llevar adelante proyectos frente a todos los que lo rechazaban o burocracia que lo detuviera. También me demostró que no todos “los políticos” son como yo los pensaba, sino que hay gente que sí tiene de verdad ganas de ayudar a otra gente y de pretender un lugar mejor para todos, aunque hoy en día pareciera una utopía. Lamentablemente su fallecimiento se sufre, creo yo, además de por su desaparición física, por la frustración del sueño de más de un rionegrino, los cuales como yo sintieron que esa clase de “políticos” eran los que debían asumir y no los corruptos de siempre. Cabe aclararle que no tengo ninguna bandera política y nunca voté a un partido en particular. Siempre elegí la persona por sobre todas las cosas, ya que eso es lo que creo debe sobresalir en un gobernante: sus ideales, su capacidad de liderazgo y su honestidad. Y usted tenía sobradamente esas cualidades. ¡Ojo!, errores los tenemos todos, pero nadie puede negarle que a la ciudad de General Roca usted la transformó como nadie en toda su historia –al menos desde que yo existo, y tengo 38 años–. Es por todo esto que la ciudadanía en su gran mayoría –dentro de la que me incluyo– hoy sufre su lamentable pérdida. Cristian David Klimbovsky, DNI 23.648.003 – Roca

Cristian David Klimbovsky, DNI 23.648.003 – Roca


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