«Nos picaneaban y nos obligaban a beber orina»

Una chica de 19 años escapó de un verdadero infierno en Córdoba. La obligaban a ejercer la prostitución y la sometían a castigos que incluían descargas eléctricas, quemaduras con cigarrillos y golpes con una manguera. La encerraban con otras chicas

MARCOS JUÁREZ.- («La Mañana de Córdoba», especial para «Río Negro»).- La joven de 19 años que logró escapar de una celda de aislamiento del prostíbulo «Punta de Fuego», descubierto el martes por la Policía en uno de los accesos de la localidad de Inriville, dijo ayer que mientras permanecía en cautiverio le aplicaban descargas eléctricas, le hacían beber la orina y la materia fecal de otras jóvenes cautivas a las que las obligaban a prostituirse.

El martes en horas del mediodía, efectivos de la Departamental Marcos Juárez de la Policía cordobesa, allanaron el prostíbulo después de recibir una denuncia de una chica que se había escapado minutos antes de una celda clandestina que había en las inmediaciones de ese cabaret.

Una inspección realizada en la zona lindera al prostíbulo, permitió descubrir a unos 30 metros del local, sobre la costa del río Carcarañá, «una especie de celda de aislamiento, construida sobre las barrancas, de unos dos metros de ancho por tres de largo, con una pared de material en uno de sus laterales y techo de chapa».

Los policías detuvieron a Jorge Luis González (37), quien sería el dueño del local y quién está acusado de someter a condiciones aberrantes a las chicas. Además, quedó detenida una mujer que a juicio de la Policía, sería la regente de «Punta de Fuego», y identificada como Valeria Calderón (19). González sería un ex policía de la Bonaerense.

González y Calderón quedaron a disposición de la Justicia imputados de promoción a la prostitución calificada y privación ilegítima de la libertad calificada.

 

Torturas y humillaciones

 

Los investigadores creen que la chica que dio aviso, pudo escaparse de esta prisión clandestina debido al grado de desnutrición que tenía y por lo que pudo liberarse de la esposa que la tenía amarrada a un caño.

«Estaba entredormida y se me resbaló el brazo del apoyador del sillón, y se me salieron las esposas, de ahí aproveché a escaparme y salí caminando por los campos», aseguró la jovencita, cuando le preguntaron sobre su escape de la fosa en la que se encontraba.

«Ni siquiera en la época de la subversión vimos una cosa así, la celda donde estaban estas chicas es peor a las cárceles del pueblo de los años '70», graficó el comisario inspector Héctor Nazzetta.

La joven que se escapó de este calvario es madre de do hijas, actualmente se encuentra internada en observación en el Hospital de Inriville, recuperándose de las torturas sufridas durante su cautiverio.

Según relató esta esclava sexual, estuvo tres veces en cautiverio en la fosa, donde primero fue llevada supuestamente para obligarla a prostituirse, pero que después de que comenzó a trabajar igualmente la golpeaban, «porque tenían ganas» de hacerlo, aseguró.

«Me agarraban con una manguera de esas que van enganchadas en el lavarropas, y después me apagaban los cigarrillos en el cuerpo, me agarraban con un cable, me golpeaban, o me hacía dar corriente con el cable», relató la chica, y agregó que por momentos sentía que le salían gusanos de un corte que tenía en la cabeza.

La joven relató que los dueños de este cabaret la obligaban a beber la orina propia y de las otras prisioneras, además «de comer la 'mierda' de las chicas», dijo.


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