Novela donde madura un tramo difícil de la historia

Un ejercicio doloroso, pero necesario fue para Miguel García Lombardi escribir "Imberbes", su novela que es testimonio y homenaje a sus amigos desaparecidos en la última dictadura.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Eligió Bariloche como refugio en los años duros de la dictadura y sobrevivió a sus horrores, pero no pudo ni quiso huir del recuerdo que convirtió en memoria viva, en testimonio de un fragmento de esa historia terrible que marcó a una sociedad toda.

Miguel García Lombardi comenzó a escribir con la intención de homenajear a los 96 jóvenes desaparecidos del Colegio Nacional Rafael Hernández -de la Universidad de La Plata- sin imaginar que terminaría escribiendo una novela que en poco tiempo agotaría la primera edición.

Escribir «Imberbes» fue un ejercicio arduo, doloroso, pero a la vez «necesario».

El escritor y psicólogo social confió a «Río Negro» que «había hecho bastante psicoanálisis para tratar de entender y elaborar las muertes de mis amigos, qué me había pasado a mi con la semiclandestinidad, la lucha, la lejanía».

Pero todo eso no alcanzó y un día de 1996 descubrió la necesidad de documentar la historia de sus amigos para honrar sus memorias y contar lo que había pasado en el período previo al golpe y los primeros años del terrorismo de Estado.

«Quería escribir un testimonio -dijo- contar una parte de la historia Argentina», que creyó indispensable para que otros reconstruyeran su historia. «Imberbes» no tardó en cumplir su cometido.

Poco después de su lanzamiento la hija de María Inés Raverta -una de las jóvenes eliminadas por la dictadura- se acercó al autor para agradecerle la oportunidad de conocer un poco más de su madre y entender «porqué hizo lo que hizo».

Y no fue la única que agradeció la luz echada por el libro sobre ese triste pedazo de la historia nacional.

El libro refleja la difícil lucha de quienes vivieron el exilio interno, el miedo y el dolor que impuso la dictadura, con una espesa carga de dramatismo sembrada de escenas de gran ternura y humor.

«Me costó muchísimo. Hay un trabajo de introspección importante, casi no hice investigación, es todo memoria. Y me pareció interesante darle amenidad intercalando anécdotas y situaciones que son más bien absurdas contadas en forma de comedia trágica, dos episodios son de acá, de Bariloche» explicó García Lombardi.

El prologo de Eduardo Anguita es contundente a la hora de definir este libro documental y autobiográfico traducido en una novela atrapante que comienza en La Plata, sigue en tránsito fugaz por Buenos Aires y Esquel, y llega a Bariloche, tierra de exilio donde el autor cosechó nuevas amistades.

«Los relatos de García Lombardi sobre la vida de Fernando, Ricardo, Rodolfo, Betto y Liliana registran el vértigo de los cambios operados en la Argentina a mediados de los setenta. El autor se lanza a la arena del relato histórico con un texto que lo implica como protagonista. Esta novela testimonial, escrita al ritmo de un policial que se permite intercalar sueños y relatos no exentos de humor, logra mantener el ritmo de atención y fluidez a pesar de lo doloroso del tema» destacó Anguita.

García Lombardi fue un militante montonero que no sobrepasó la categoría de «aspirante», pero alcanzó notoriedad entre sus compañeros por su impecable manejo de la palabra, una habilidad que lo llevó a ocupar la secretaría de prensa de la Juventud Peronista, escribir algunos discursos e integrar las listas negras de la dictadura.

Parado frente a su obra siente alivio y el compromiso de haberle devuelto entidad e identidad a esos amigos que la dictadura hizo desaparecer.

«Esta es una historia muy platense por los personajes pero se pueden reflejar otros desaparecidos acá, ver que tenían dudas, comían mal, eran jugadores de fútbol, les gustaba cantar, eran buenos padres, se enamoraron y entendían que la vida valía la pena entregarla por una idea» concluyó.


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