Nuevamente el Trasandino (III)

Por Héctor Pérez Morando

En el «copete» precedente decimos «Transandino» y el título, como en la nota anterior («Río Negro», 15/11/01 – II) usamos «Trasandino». El adjetivo se empleó indistintamente, pero la comisión bahiense usó el primero, y respetuosos de ello así lo hacemos, pero aclarando que en publicaciones del ingeniero Domingo Pronsato -alma del proyecto- también aparece de ambas formas. Valga la aclaración.

En el anterior y citado escrito esbozamos a grandes rasgos algunos pormenores del Congreso de 1957 que sesionó durante cuatro días en Bahía Blanca, cuyo desarrollo y conclusiones dieron lugar al «Libro Blanco». La reunión fue muy bien preparada. Tuvo reglamento, temario con ocho comisiones. La Comisión del Transandino funcionaba en Soler 173, sede de la Corporación del Comercio y la Industria de Bahía Blanca. En nota anterior mencionamos algunos de los «asistentes, adherentes y sostenedores». Agregamos: como observador por la intervención federal en Neuquén concurrió el secretario general Luis F. Castro Castellanos. El comisionado municipal de General Roca ing. Próspero Saint Martin, envió un proyecto que comentaremos. Sebastián Cerda, por Villa Regina; de Zapala, Alfredo Asmar; Chos Malal, Clemente Ordóñez; San Martín de los Andes, Leopoldo Rodríguez; Loncopué, Carlos Guevara, y las docentes del Alto Valle Lucy Quiroga de Flores Doncell, Elba de Echeverri, Lila Cosentino Indart de Cittá y la directora del museo de Neuquén, Ileana Lascaray. Previo al Congreso se había producido entrevista con los entonces presidente y vice de la Nación, Pedro E. Aramburu e Isaac F. Rojas, cuya comisión integró el Dr. Francisco Bagliani, de Allen (Bagliani y Cía.).

El presidente honorario del Congreso ing. Domingo Pronsato -que lo era a la vez de la Comisión Pro Transandino- hizo una «Invocación» en el «Libro Blanco» diciendo que «las palabras iniciales de este libro son un llamamiento a los escépticos, a los indiferentes y a los agoreros de profesión, para que revisen su actitud y la transformen en acción operante, uniendo sus fuerzas a las de quienes se movilizan para lograr la solución de problemas fundamentales».

A la tónica del trasandino, se unió en menor escala, el proyecto de pavimentación total de la ruta nacional 22, el oleoducto Neuquén-Bahía Blanca y los preparativos para el VII Congreso Frutícola Nacional que se realizaría en Cipolletti, primero en la Patagonia. En el «Congreso Transandiniano» también tuvo cabida el proyecto -varios años antes de su iniciación- de El Chocón, puertos libres o francos para Bahía Blanca y Talcahuano (Chile), tarifas para cargas y pasajeros, frigorífico frutícola en el puerto de Bahía Blanca, ramal ferroviario de La Pampa a Villa Regina, Instituto de Fruticultura y Etnología, más de tres trazados posibles para el cruce cordillerano (ing. Luis M. Lódola), Huelches y hasta que, con la producción hidroeléctrica del Comahue, podría electrificarse el trasandino. ¿Eran sueños y proyectos técnicos? Claro, los sueños no pueden tecnificarse, pero para aquellos entusiastas tal vez valdría la comparación. Hubo otras ponencias aprobadas, pero una de ellas sobresalió y compete al sistema ferroviario norpatagónico, otro proyecto de casi cien años. El ing. Pronsato en una de sus giras informativas ofreció conferencia en el Club Social de General Roca. A ella concurrió el entonces presidente del Consejo de Vecinos de dicho municipio, su presidente ing. Próspero Saint Martin y parece que le gustó la iniciativa, pero le agregó otra suya: no pudiendo concurrir al Congreso -nota l44-Cop. 1 del 26/6/1957- adjuntó su ponencia (firmada también por el secretario tesorero Pablo Luis Cantagalli) «solicitando se incluya en el sistema Transandino del Sur, un ramal ferroviario de trocha ancha, que una a Choele Choel con San Antonio Oeste» (sic). Puede llamar la atención que el antiguo proyecto se reactualizara por medio del máximo municipal roquense, con el silencio monástico de la gente de Choele Choel, San Antonio Oeste, General Conesa y, principalmente, la capitalina Viedma. Ese importante tramo ferroviario también estuvo varias veces en el tapete, pero la falta de acción para concretarlo, lo ha dejado sumergido en los tiempos rionegrinos… salvo aquel «proyecto de prefactibilidad técnica, económica y financiera para la materialización del Ferrocarril Trasandino del Sur, que prevé la construcción del Tramo Lonquimay (Chile)-Zapala incluyendo el ramal Choele Choel-San Antonio Este», elaborado por el Consejo Federal de Inversiones (diario «Río Negro», 21/9/1990)

La opinión de Juan Benigar

La colaboración del señor Carlos Ortiz, nieto político de Juan Benigar y apoderado de la familia, hizo posible obtener copia de una carta y plano relacionados con el trasandino. La opinión de «El sabio que murió sentado» surge de una carta que dirigió al entonces presidente de la Comisión de Fomento de Aluminé, Torcuato Modarelli, y que fechó en «Kellen-Ko Pulmarí por Zapala F.C.S.» el 16/11/1935, a quien Rodolfo Lagos Mármol pidió datos «acerca de la factibilidad del correo transandino por Zapala y a través del valle del Río Quillén» (sic). Benigar en algo más de cinco hojas escritas a máquina (la suya y sin firma, según Ortiz) expúsole al solicitante su opinión porque «el asunto se enlaza con otra idea que acaricio ya largo tiempo y por eso no perderé oportunidad de hacerme oír. En vez de un remedio provisorio de provecho precario o nulo, recomiendo un transandino por la ruta que es objeto de la actual consulta como una solución racional y definitiva de las comunicaciones argentino chilenas… es lógico que se recomiende también un camino carretero».

Seguidamente el autor de la «Patagonia piensa» hace una admirable descripción geográfica de la región de influencia para el trasandino. Cerros, valles, ríos, arroyos, pasos, mallines, etc. encuentran un relator preciso que expone sus estudios topográficos, que sin duda tenía bien anotados. Y también afloran sus conocimientos históricos al citar a Pedro de Valdivia, Zeballos, Calfucurá, aborígenes, etc., que otorga más valor a dicha larga misiva. El sabio croata de los quince hijos (de dos esposas aborígenes) diría en parte de la misma que había «podido reconstruir la ruta india antigua desde la araucanía central a las pampas… aquellas antiguallas nos enseñan la ruta más práctica desde Chile central a la Argentina no solamente para los conquistadores y los indios, sino también para los ferrocarriles». Y agrega seguidamente: «Cuando se proyectó el transandino de Zapala por Pino Hachado a Cura Cautín, no se estudió a fondo la conformación serrana para encontrar el trazado más económico, donde, por cierto, prima la economía de explotación sobre la de construcción, aunque cualquiera luego se dará cuenta que no es lo mismo elevar la mercadería a 1.500 metros o a 1.200».

Su punto de vista es tajante: «Pues bien, el ferrocarril por Pino Hachado no se ha hecho a pesar de los plazos transcurridos. Por mi parte espero que no se hará, que así lo exige el beneficio verdadero de dos naciones y el beneficio particular del territorio. Por lo menos deseo -agregaba- que antes de proseguirlo se estudie detenidamente el transandino de Zapala por los Pinos Quemados y el paso de Villarrica a Pitrufquen. Vale la pena». Sostenía que el cruce cordillerano debía ser por Villarrica -tuvo en cuenta las nevazones y alturas, principalmente- y finalmente entregaba las distancias aproximadas: «Zapala-Picún Leufú: 8 leguas. Picún Leufú-Espinazo del Zorro: 11 leguas. Espinazo del Zorro-Pinos Quemados: 5 leguas. Pinos Quemados-Aluminé: 4 leguas. Aluminé-Paso de Villarrica: 9 leguas. Paso de Villarrica-Pucón: 10 leguas y media. Pucón-Villarrica: 4 leguas y media».

Sabía que el ferrocarril chileno llegaba a Villarrica (1935) y cerraba su larga carta-informe expresando: «He aquí, Don Torcuato, el sueño de un transandino libre de nieve con todas las ventajas enumeradas por la antigua ruta de los conquistadores y de los indios. Suyo sinceramente. Juan Benigar».

En base a la descripción de Juan Benigar, el arquitecto Omar Loyola dibujó el plano que mencionamos.

(*) Periodista. Primer premio ADEPA

1998 en Cultura e Historia.


En el "copete" precedente decimos "Transandino" y el título, como en la nota anterior ("Río Negro", 15/11/01 - II) usamos "Trasandino". El adjetivo se empleó indistintamente, pero la comisión bahiense usó el primero, y respetuosos de ello así lo hacemos, pero aclarando que en publicaciones del ingeniero Domingo Pronsato -alma del proyecto- también aparece de ambas formas. Valga la aclaración.

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