Obsesión por Bolívar

La izquierda radical tiene, con rara frecuencia, entre sus principales objetivos políticos el de “reescribir la historia” a su entero antojo, conforme a sus intereses y pareceres, claro está, y sin que importe demasiado la verdad. O, mejor dicho, desfigurándola para servir a sus postulados. Por ello realmente no nos sorprende que el venezolano Hugo Chávez lo haga constantemente, acomodando los hechos a su gusto y paladar. Ocurre que Chávez tiene una verdadera e intensa obsesión con Simón Bolívar, con su vida y con su obra. Por ello se rodea de sus cuadros. Imita sus movimientos. Recurre a sus citas. Distribuye réplicas de su sable. Y hasta hay quien cree que, de pronto, mantendría diálogos imaginarios con él. Pobre Bolívar, si pudiese regresar a la vida estaría bastante disgustado. Tanto es así, que Chávez no vaciló en turbar el largo descanso en paz del héroe de la independencia para tratar de “constatar” mediante estudios en su cadáver su propia “tesis” histórica que sostiene –sin mayores fundamentos, por cierto– que el libertador caribeño no falleció, como cuenta la historia, por efecto de la tuberculosis sino que –según Chávez– habría sido “envenenado” por sus enemigos, los oligarcas de la época, final que obviamente podría servir o ser funcional a sus propios devaneos e intereses políticos. Para ello el 15 de junio del año pasado Chávez exhumó el cadáver de Simón Bolívar después de transcurridos nada menos que 181 años de su muerte. A partir de entonces comenzó a actuar el Ministerio Público con el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas y con el Instituto de Estudios Avanzados, analizando los restos del prócer. Anticipos de prensa sugieren que se habría constatado que la muerte de Bolívar tuvo lugar como consecuencia de las llamadas “dietas de lavativos” aplicadas al libertador por su médico de cabecera como terapia para combatir una infección de colon que le habría producido un desequilibrio hidroelectrolítico que, sumada a una severa desnutrición, habría sido la verdadera responsable de su muerte. La medicina era entonces primitiva, razón por la cual no sorprende demasiado la aparente causa de la muerte de Bolívar. El presunto envenenamiento de Simón Bolívar parecería entonces no haber sido tal salvo en el frondoso imaginario de Hugo Chávez, alimentado por su falta de respeto a la tranquilidad que el héroe caribeño ciertamente merecía. (*) Ex embajador de la República Argentina ante la ONU

EMILIO J. CÁRDENAS (*)


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