Ocho años para el caníbal de Rotemburgo

Armin Meiwes fue condenado ayer. Saldría en cuatro años.

KASSEL (Alemania) (DPA).- El informático alemán Armin Meiwes, el llamado «caníbal de Rotemburgo», fue condenado ayer por el Tribunal Regional de Kassel a ocho años y medio de cárcel por homicidio, después de haber matado y devorado parcialmente a otro hombre. Meiwes, de 42 años, confesó haber matado, descuartizado y haberse comido gran parte de los órganos de un ingeniero berlinés un año mayor que él.

El condenado había contactado a su víctima a través de Internet y había grabado en video el macabro acto, que tuvo lugar en marzo de 2001. «Me alegro de que todo haya pasado», dijo sereno e incluso sonriente tras leerse la sentencia, que le permitiría quedar en libertad dentro de cuatro años y medio por buena conducta. «A mediados de 2008 quedará libre de nuevo», afirmó por su parte su abogado defensor, Harald Ermel.

No obstante, la fiscalía anunció inmediatamente una solicitud de revisión ante la Corte Federal. Como en Alemania el canibalismo no está tipificado como delito, la fiscalía había exigido que le se condenara por asesinato con móvil sexual. Sin embargo, la defensa pedía que se le aplicara una pena apropiada al delito de asistencia al suicidio, un máximo de cinco años, ya que la víctima había accedido a su muerte.

«Nos encontramos en una zona marginal del Derecho Penal, ya que nos falta experiencia al respecto», dijo el juez presidente del tribunal, Volker Muetze, en conclusión a uno de los juicios criminales más espectaculares en la historia reciente del país.

«El canibalismo es un comportamiento que rechaza la sociedad», señaló. Al leer la sentencia, Muetze consideró que el delito no fue un asesinato, ya que fue un acto realizado de mutuo acuerdo entre dos personas con alteraciones psíquicas. Además, según el magistrado, Meiwes no mató a su víctima para sentir placer sexual en primer lugar, sino para establecer un vínculo permanente con una persona al comerse su cuerpo. El juez consideró que el condenado, más que sexo y placer, buscaba seguridad y recogimiento. No obstante, señaló que no se trató de asistencia al suicidio ya que, en su opinión, la víctima no exigió su muerte explícita y seriamente, sino que más bien quiso ser castrado para vivir así «la mayor sensación de su vida».

«La matanza y la utilización posterior del cadáver formaban parte del acuerdo alcanzado entre ejecutor y víctima. (…) Para ambos, el otro era instrumento para cumplir los propios deseos», dijo Muetze.

Meiwes no podrá cumplir su pena en un psiquiátrico ya que, según informes de dos expertos, es completamente imputable.

Además, al no tener antecedentes penales, el tribunal no pudo ordenar el régimen de seguridad, aunque los psiquiatras creen que el condenado tiene un alto peligro de reincidencia.

La sesión estuvo completamente abierta al público, lo que generó una gran avalancha de visitantes y un amplio despliegue mediático nada acostumbrado para el tribunal de provincia. Esto llevó a que la lectura de la sentencia, emitida en directo por varias emisoras de televisión del país, comenzara con media hora de retraso.


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