Ocultar es casi como mentir
opinión
rodolfo chávez rchavez@rionegro.com.ar
De cara a la mayor explotación petrolera de la historia de nuestro país, con muchos cuestionamientos y dudas de organizaciones, legisladores y ciudadanos, el gobierno neuquino se encuentra ante el desafío de ser claro, eficiente y severo en todo lo que tenga que ver con la preservación ambiental. El caso del derrame de 200 ó 500 litros en el Limay -uno de los ríos más bellos del mundo-, emblema de Neuquén, es poco más que una gota en el océano si se quiere jugar con las escalas. Pero bien podría haber sido esta agresión al río, una señal, un paño frío para tanta preocupación, en medio de la gigante expectativa hidrocarburífera (Vaca Muerta seguro que es mundial). El castigo a quienes contaminan apartados de las reglas no ha sido, hasta ahora, una norma en la Neuquén del petróleo y del gas. Y tampoco está muy claro y no se sabe de castigos a quienes han sido responsables del maltrato que ha sufrido y sufre el río Neuquén, muy lejos del status que mantiene el Limay. No se trata de ordeñar a empresas (hay mucho oportunista a caballo de la ecología) sino, simplemente, de aplicar las normas. Y si la legislación es demasiado laxa ajustarlas a las necesidades de los nuevos escenarios. Y, se sabe, las multas suelen ser ejemplificadoras. Si se provoca un derrame, se admiten antecedentes y ni siquiera se informa a quien corresponde ¿qué hay que hacer para que haya un castigo? Ocultar es casi como mentir.
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