OPINION: Europa, al día

Inglaterra y España compiten hoy por contar con la Liga de fútbol más globalizada, pero bajo el temor de que los foráneos aplasten a los talentos nacionales, mientras que Italia atrasa otra vez con la violencia, en una Europa que habla poco y nada de Argentina, pero sí concede espacios y titulares cuando se refiere a Lionel Messi, Juan Román Riquelme o Sergio Agüero.

Una recorrida de veinte días por capitales europeas permite definir que Inglaterra está comenzando a sacarle claras ventajas a España como Liga globalizada, aunque los mejores talentos sigan en el segundo país, especialmente porque los jugadores sudamericanos le temen al idioma y al frío del primero, que confía en romper esos prejuicios con el recurso simple pero efectivo de la billetera.

La batalla del Chelsea para quitarle a Ronaldinho a Barcelona podría marcar una segunda nueva victoria de la Liga inglesa, feliz porque el español Cesc Fábregas, hoy una de las mejores figuras en Europa, eligió quedarse por muchos años más en el Arsenal de Londres y rechazó ofertas millonarias de Real Madrid.

Seguí desde un pub de Londres el partido que el Manchester United de Carlitos Tevez empató hace unas semanas con Arsenal, con jugadores de 16 países distintos en el campo y con el insólito horario de comienzo de las 12.45, elegido sí para satisfacer al mercado asiático, que paga la mayor parte de los 300 millones de euros que recibe la Liga inglesa por la venta al extranjero de sus derechos de TV.

Para que quede claro: Manchester United tiene más hinchas en China (23 millones) que en la propia Inglaterra. Y al dueño del club, un millonario estadounidense llamado Malcolm Glazer, poco le importa que le digan que tantos extranjeros y horarios tan extraños terminarán hastiando a los hinchas ingleses. A Glazer le interesa el mercado global.

Inglaterra es al menos un país que respira fútbol, a diferencia de Islandia, donde también permanecí una semana y es tan apático al fútbol que su Liga es una de las únicas del mundo en las que no juega un brasileño. Lo mismo me pasó en Austria, donde temen que la localía de la Eurocopa 2008 (en conjunto con Suiza) termine siendo un gol en contra, ante el pobrísimo nivel actual de su selección.

Austria parece hoy un país excesivamente opulento, un shopping globalizado en medio de castillos y catedrales del medioevo, sin espacio para potreros ni pibes hambrientos dispuestos a sacrificarse corriendo detrás de una pelota.

La gira, que incluyó Budapest y Praga, casi no me dejó escuchar nunca la palabra Argentina, a no ser unos minutos de tele o un titular pequeño de un diario que anunciaba el triunfo inédito en elecciones de una mujer para presidente (por Cristina Fernández de Kirchner). Ese panorama, eso sí, sólo cambió cuando la imagen televisiva ofrecía un partido de fútbol, con un argentino siempre presente, en el país que fuere, o cuando se veían los titulares de la prensa deportiva.

Dominó el nombre de Messi -las camisetas con su nombre se venden hasta en la rica Salzburgo-, seguido en España por el del 'Kun' Agüero, ya ídolo absoluto en el Atlético de Madrid, mientras se agranda el misterio Riquelme. Lejos del estrellato, impensable unos años atrás, está la Liga de Italia, otra vez opacada por una violencia sin fin.

Un columnista del diario La Repubblica se preguntaba los otros días por qué razón los italianos serán tan intolerantes con los extranjeros, tras una expulsión masiva de rumanos acusados de violentos. Se preguntaba, en realidad, por qué esa intolerancia se convierte en comprensión, como lo indican las encuestas, cuando se inquiere por el fenómeno de los «ultra», las barras bravas del calcio, que hace unos días sufrió una nueva muerte.

Al analizar cómo Inglaterra y España lograron frenar de algún modo la violencia de las tribunas, la prensa italiana también se refirió al caso argentino, aunque la nota, como no podía ser de otra manera, terminó siendo un duro enjuiciamiento a la AFA de Julio Grondona y su inacción de años para sancionar la connivencia con las barras.

Una Europa opulenta cada vez más inquieta y que pone cada vez más trabas a los inmigrantes sólo tiene puertas abiertas para los Messi, los Agüero o los Carlitos Tevez. A nosotros nos queda disfrutarlos cuando los junta la selección.

 

EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES


Inglaterra y España compiten hoy por contar con la Liga de fútbol más globalizada, pero bajo el temor de que los foráneos aplasten a los talentos nacionales, mientras que Italia atrasa otra vez con la violencia, en una Europa que habla poco y nada de Argentina, pero sí concede espacios y titulares cuando se refiere a Lionel Messi, Juan Román Riquelme o Sergio Agüero.

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