OPINION: Magnates futboleros

Silvio Berlusconi construyó él mismo su imperio, es cierto. Los orígenes oscuros de su dinero han sido tema central de libros y aún hoy siguen bajo investigación de la justicia italiana. Pero fue una fortuna construida bajo su nombre. Igual que su Milan tan exitoso, que ya suma 26 títulos desde que él asumió como patrón, el 24 de marzo de 1986. Una lista que incluye, obviamente, la Copa Mundial de Clubes ganada el domingo ante Boca.

Sólo horas antes de la final, Berlusconi, enterado de un nuevo proceso judicial en su contra, acusó a la justicia italiana de estar dominada por «las togas rojas». Es decir, cualquier funcionario judicial que ose investigarlo es simplemente un comunista que lo odia por su riqueza. Y una vez ganada la Copa, eufórico por la conquista y la aclamación de los hinchas del Milan, Berlusconi avanzó con un discurso todavía más complejo.

Dijo que la victoria de Japón confirmaba que las acusaciones y la condena contra el Milan por el escándalo de corrupción que sufrió el fútbol italiano en 2006 eran «un simple montaje».

Sus palabras, según sus allegados, apuntaron a un objetivo: que la Federación Italiana de Fútbol (FIGC) restituya al Milan el scudetto 2006 que fue asignado al Inter.

Berlusconi no tuvo empacho en calificar de «montaje» el escándalo de corrupción no obstante las últimas denuncias judiciales de que Luciano Moggi, ex de Juventus y «monje negro» del calcio, sigue actuando bajo las sombras.

Y a que un tribunal napolitano aprobó el viernes pasado el envío a juicio de 37 personas implicadas en el escándalo, entre las cuales un ex dirigente del Milan que también influenciaba sobre los árbitros, a fin de contrarrestar el poder de Moggi. Berlusconi ama el centro de la escena y sueña con retornar al poder. Por eso busca sacar tanto provecho del éxito de Japón.

Mauricio Macri, quien, a diferencia de Berlusconi, heredó su fortuna, no precisa ahora a Boca del mismo modo que antes. Ya conquistó su primer objetivo político, la Jefatura de la Ciudad de Buenos Aires. Ahora precisará más armas políticas que deportivas para subir en ese nuevo escenario.

Juan Román Riquelme, a quien tanto costó obtener para ganar la Copa Libertadores de América, casi simultáneamente con las elecciones que coronaron a Macri en la Ciudad de Buenos Aires, ni siquiera fue inscripto a tiempo para el Mundial de Clubes. Sin él, Boca fue un equipo más, como ya lo había demostrado en buena parte del Torneo Apertura. No hubo modo así de ganarle al Milan de Kaká.

Riquelme enfureció el martes en su viaje de retorno a Buenos Aires, informado de los titulares de diarios y noticieros de TV que decían que él había bochado los nombres de Guillermo Barros Schelotto y Diego Cagna como eventuales sucesores de Miguel Ángel Russo.

Son las reglas de juego. Boca perdió y los resultados no sirven para tapar nada. Noticias reales o inventadas. Es el mundo Boca. En la victoria y en la derrota. Siempre noticia de tapa. ¿O acaso nadie recuerda los tiempos en los que Boca, como dijo Diego Latorre, era «un cabaret?».

Ocurrió algo más de una década atrás, cuando Boca no ganaba pese a que reforzó a su plantel con 40 jugadores y triplicó el pasivo del club. Era el inicio de la gestión de su nuevo presidente. Un año antes, el diario Ámbito Financiero informaba sobre el desembarco en Boca de ese nuevo presidente, Mauricio Macri, al que definía en primera plana como «el Berlusconi argentino».

EZEQUIEL

FERNÁNDEZ MOORES


Silvio Berlusconi construyó él mismo su imperio, es cierto. Los orígenes oscuros de su dinero han sido tema central de libros y aún hoy siguen bajo investigación de la justicia italiana. Pero fue una fortuna construida bajo su nombre. Igual que su Milan tan exitoso, que ya suma 26 títulos desde que él asumió como patrón, el 24 de marzo de 1986. Una lista que incluye, obviamente, la Copa Mundial de Clubes ganada el domingo ante Boca.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Comentarios