OPINIÓN: Que la unión haga la fuerza

El ser humano en general, y el jugador de fútbol en particular, necesita ser movilizado desde las entrañas para concretar pequeñas hazañas. La actuación de Cipolletti en el pentagonal, donde consiguió el pasaporte a las semifinales, es la prueba fehaciente de que es mejor motivar a un grupo de hombres inyectándole un buen combustible espiritual que llenarle los bolsillos con dinero.

Las declaraciones de los jugadores y el cuerpo técnico pos partido fueron esclarecedoras: en el plantel había enojos e insatisfacción, ganas de revancha, de demostrar que los equivocados eran los de afuera. Ese sentimiento residual se recicló y se volcó en el campo de juego, bien mezclado con grandes dosis de sudor. Muchos equipos salieron del ostracismo e hicieron historia alimentando sus piernas y su amor propio con la imagen de un «enemigo» al que había que hacer callar.

Jorge Cid no apeló a los eufemismos cuando por una radio local dijo que esperaba que ahora los dirigentes «presten mayor atención al plantel», algo que ya había dicho Hugo Prieto después del partido ante Rivadavia de Lincoln. Tampoco lo hicieron sus compañeros cuando manifestaron que se sienten poco valorados por los hinchas. Porque muchas pueden ser las razones para explicar el fenómeno de La Visera despoblada, pero jamás alegar como argumento que el equipo «no contagia», aunque sí es cierto que está lejos de lucir o de ofrecer las noches mágicas de años pasados, cuando gustaba y goleaba.

Hace un par de torneos, Domingo Perilli le decía a este diario que Cipolletti no estaba preparado para ascender a la B Nacional. Sus declaraciones causaron un fuerte impacto y provocaron malestar en la directiva. Mingo se refería a que para cambiar de categoría antes hay que cambiar de mentalidad, prepararse, sumar gente, crecer en infraestructura, trabajar de abajo hacia arriba. No estaba equivocado. El salto de calidad no sólo se logra trayendo cuatro refuerzos, aunque también sería de enorme ayuda. Los pequeños detalles son los que suman en los grandes proyectos.

Lo dijo Marcelo Bielsa con una claridad pasmosa: «Si yo tuviera que decir por qué el fútbol es el deporte más atractivo, es porque no siempre ganan los poderosos. Los no poderosos quisiéramos que nos avisen con tiempo cuando nos dan la oportunidad, así nos preparamos y la podemos aprovechar. Pero así no funciona el mundo, hay que estar preparados por si la oportunidad llega».

Y eso es lo que tiene que hacer Cipolletti, cada eslabón que conforma el fútbol albinegro. Debe estar preparado. Entonces, ya no se necesitará de «enemigos» internos o externos para salir a concretar hazañas. Bastará que la unión haga la fuerza.

 

SEBASTIÁN BUSADER


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