OPINION: Sentirse un boludo

Es la inevitable amargura que experimentan quienes caen en la cuenta de que el gobierno de Río Negro volvió a sancionar a los contribuyentes cumplidores.

Todos aquellos que abonaron el impuesto Inmobiliario en tiempo y forma o adelantaron el pago de un año entero para obtener un descuento -con el esfuerzo que significa para muchos-, se vieron afectados, primero con la prórroga, y ahora con la grosera disminución de la alícuota: entre el 30 y el 40%.

El gobierno parece haber cedido sin más a las presiones. Lo ha hecho tal vez porque la mayor parte de las protestas se localizaron en Bariloche. Se acercan allí las elecciones municipales y Saiz quiere jugar fuerte; dar vuelta una historia adversa al radicalismo.

Naturalmente, la gente tiene el derecho de reclamar lo que considera un «impuestazo selectivo y confiscatorio», o una injusticia frente al resto de la provincia. El gobierno tuvo suficiente tiempo para analizar parámetros y asimetrías desde un punto de vista estrictamente técnico. Está de todos modos la Justicia para dirimir controversias.

Pero si la gestión Saiz había considerado que no hizo más que adecuar las valuaciones fiscales a la realidad, y estaba convencida de ello, no puede luego dar vuelta como una media un anuncio oficial y su instrumentación. Trocar razones técnicas por concesiones de oportunidad política. No es serio.

Quien pagó el bimestre cumpliendo con lo que pidió la provincia, es decir antes o el mismo día del vencimiento, ahora queda acreedor de las arcas fiscales por la diferencia abonada demás. Naturalmente, el contribuyente perderá con la inflación de los dos bimestres del impuesto que pagó en término. Ni hablar de aquel que abonó todo el año.

No hay caso: siempre habrá a la mano una moratoria o un anuncio que retrocede, para poner a prueba la candidez del cumplidor.


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