OPINION: Siempre el vil metal
Los torneos de Verano, se sabe, son un ensayo. Eso sí, un ensayo con entrada paga, TV en directo y patrocinadores que cotizan. Ninguna obra de teatro cobraría sus ensayos. Y sus preestrenos, inclusive, suelen ser invitaciones a la prensa y entendidos, a modo de promoción. Algunas obras, las más ligeras, añaden peleas entre sus estrellas, en sociedad con la prensa de chismes, que así garantiza la habitual venta de humo de cada verano. Y ahora que los futbolistas se enamoran de las chicas de la tele, como ocurrió con los ex River Maxi López y Martín Demichelis, esa sociedad rinde como nunca.
A su modo, el fútbol de verano precisa también del chisme. Titulares como «Este año vamos por todo» sólo sirven los días de noticias flacas y no resisten dos días seguidos. Las tratativas por los pases de los jugadores consumen horas de radio y espacios de relieve en la gráfica. La telenovela de Boca por Lucas Castromán y de River por Sebastián Abreu, dos jugadores que ya pasaron por su mejor momento, ocupó títulos y hasta flashes informativos en muchos medios.
¿Cómo no esperar entonces algún partido, por más que los jugadores todavía estén duros y que el entrenador ponga los suplentes, como decidió Carlos Ischia para el debut de Boca en Mar del Plata ante Independiente y como había hecho unos días antes Diego Simeone en River?
Pedro Troglio, DT de Independiente, dijo hace unos días que jugar los torneos de verano «es una locura», pero que esta «locura», exageró, «funciona desde hace cincuenta años». Más que una puesta a punto, la única razón de ser de estos torneos de entrada paga es la de recaudar dinero y cumplir contratos con la TV, que precisa de la pelota como nadie.
¿Acaso no se juegan hoy muchos más partidos y torneos que antes? Este martes llegó desde Zurich una noticia para muchos pequeña pero que tiene gran importancia. La FIFA y el G14 (la entidad que agrupa a los clubes más poderosos de Europa) firmaron la paz. Es decir, unos y otros podrán seguir exprimiendo a sus jugadores, haciéndolos jugar cada tres días, recuperándolos con dudosos recursos médicos y ganar dineros cada vez más exorbitantes, la mayoría procedentes de la tele, ahora en su versión digital.
En Italia han inventado un nuevo recurso. Ahora, hasta la breve pausa navideña sirve para acumular dinero. Los dos equipos más poderosos del calcio, Milan e Inter, aprovecharon las dos semanas de reposo del «scudetto» para viajar a Dubai. Sí, al pequeño emirato árabe que está invirtiendo millones en el deporte. Italia sabe que algunas acciones son un búmeran, que por un lado ingresa dinero, pero que, por otro, se mata a la gallina de los huevos de oro, porque el público está cada vez más lejos de los estadios. La temporada 2006-07 registró la media más baja de los últimos 45 años, con 18.700 boletos vendidos por partido. Y en el año 2006 fue más gente al teatro (13.5 millones) que a las canchas (12,7 millones). En el teatro, dicen algunos con ironía, la función varía cada tanto. En el fútbol, es casi siempre la misma.
EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES
Los torneos de Verano, se sabe, son un ensayo. Eso sí, un ensayo con entrada paga, TV en directo y patrocinadores que cotizan. Ninguna obra de teatro cobraría sus ensayos. Y sus preestrenos, inclusive, suelen ser invitaciones a la prensa y entendidos, a modo de promoción. Algunas obras, las más ligeras, añaden peleas entre sus estrellas, en sociedad con la prensa de chismes, que así garantiza la habitual venta de humo de cada verano. Y ahora que los futbolistas se enamoran de las chicas de la tele, como ocurrió con los ex River Maxi López y Martín Demichelis, esa sociedad rinde como nunca.
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