OPINION: Una burlaa la historia

¿Quién robó el reloj de Belgrano? ¿Con qué fines? Son preguntas que plantean un contraste con la significación histórica y ética de aquel objeto que le diera el creador de la bandera a su médico, poco antes de morir para pagarle los honorarios, porque no tenía dinero.

Burlando la historia y probablemente tras un fin de enriquecimiento, los ladrones del reloj de Belgrano son una expresión de la antítesis de los valores de aquel revolucionario que dejó su vida y sus bienes materiales en aras de la lucha anticolonial.

Belgrano había llegado a Buenos Aires desde Tucumán donde estaba enfermo de una hidropesía, patología que se caracteriza por la retención de líquidos en los tejidos y por lo que tuvo que dejar el mando del ejército del norte.Para poder viajar desde el norte le pidió dinero al entonces gobernador tucumano, Bernabé Aráoz, quien se lo negó.

Fue su amigo, José Balbín, quien le prestó dinero para llegar a Buenos Aires, donde el gobernador Ramos Mejía lo ayudó y se disculpó por la ínfima suma de 300 pesos con que lo podía ayudar para afrontar su enfermedad.

«Muero tan pobre que no tengo con qué pagarle el dinero que usted me prestó, pero no lo perderá. El gobierno me debe algunos miles de pesos de mis sueldos y luego de que el país se tranquilice se los pagarán a mi albacea».

Así le dijo Belgrano a Balbín poco antes de morir, según trascribió Jorge Perrone en el Diario de la Historia Argentina.Poco después, rodeado de sus hermanos y unos pocos amigos, y sumergido en la más extrema pobreza, suspiró por última vez y expresó, dolido por las luchas internas que atravesaban la región: «Ay patria mía». (Télam)

 

MARTA GORDILLO


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