La previsión atada y la continuidad

Adrián Pecollo

Jefe de la Agencia Viedma. Nació en General Viamonte (Buenos Aires). Estudió Periodismo en la Universidad de La Plata. Trabajó en medios escritos y radiales de Buenos Aires y de Río Negro. Desde 1998 en Diario RIO NEGRO.

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La inflación pulveriza salarios y equilibra finanzas públicas. La deuda provincial no será un apremio para Río Negro en el 2022, gozando de la sujeción del valor de dólar.


La medición rionegrina de la evolución de los precios en el 2021 fue del 50,25%, casi igual al índice nacional.

La inflación pulveriza cualquier previsión, pero -entre otras derivaciones- es un estabilizador de los desequilibrios del Estado. Diluye el costo de salarios y expande -aún artificialmente- sus ingresos, especialmente, los tributarios que están ligados a las facturaciones.

Río Negro se favorece en ese marco fatídico. Una ecuación: el año pasado, su disponibilidad creció en un 63% mientras que la masa salarial subió en un 47%. Esta partida exige más de seis de cada diez pesos disponibles para el funcionamiento estatal.

La presión de la deuda -por ahora- también otorga un respiro. El pasivo con Nación es manejable, las emisiones en pesos no son significativas y las reales exigencias en dólares aún están lejanas. Las obligaciones pesadas del Castello llegarán en dos años y empezará con unos 92 millones de dólares anuales.

La mayor alteración financiera para el 2022 se prevé a partir de marzo, con vencimientos por algo más de 6.000 millones, repartidos en tres meses. Nada grave. En abril y mayo, finiquitan Letras (3.600 millones) y bonos (1.800 millones) aunque no significarán desembolsos ya que esas obligaciones se vienen renegociando. Por eso, la real demanda estará en marzo con la primera cuota de los intereses del Castello, unos 7,5 millones de dólares (algo más de 750 millones). La segunda será en septiembre.

Es cierto que los pronósticos son frágiles en semejante inconsistencia financiera, especialmente por la negociación con el FMI y el sostenimiento oficial del cambio del dólar. Su par blue lo duplica en su cotización. Si asomara una devaluación, existiría otra premura provincial.


En la nueva emergencia sanitaria, Río Negro tuvo una única medida: limitaciones para sus actos oficiales. El resto es un seguimiento a Nación, pero no exento de vacilaciones.


Según Economía, Río Negro concluirá el año con un pasivo de casi 70.000 millones. Este número hoy es un tercio del presupuesto rionegrino y en el 2017, en el primer año del Castello, la deuda se acercaba a la mitad de esa partida provincial. Más allá de la reestructuración de los bonos en dólares, esa aparente licuación está sujeta al control del dólar.

Río Negro goza de esa gracia financiera.

Fluyen, además, los beneficios por la explosión turística y las inquietudes por la progresión del coronavirus. El gobierno evita alterar ambos procesos.

Frente al covid, Río Negro sigue a la Nación. En la renovada emergencia sanitaria, su medida recayó en restricciones en los actos oficiales, previéndolos al aire libre y “de hasta 50 personas”. Esa celosa “vigilancia epidemiológica” se desvanece con el aval a las multitudinarias festividades. Alienta a que todo siga igual, incluso en esas actividades prescindibles.

La gobernadora Carreras se limitó a una respuesta periodística al cuestionar esas realizaciones. Fue todo eso: un comentario. La decisión queda en los municipios. Así, Allen abrirá el fin de semana con la Fiesta de la Pera. “Se exigirá el pase sanitario”, le anticipó el municipio a la Provincia. Seguirán Viedma, en el cierre de enero, con la del Mar y del Acampante en El Cóndor, y Roca, en el inicio de febrero, con la Celebración de la Manzana. La gestión roquense ajustó medidas -como la obligación del barbijo- y la viedmense hará lo propio esta semana. Anuncios.

El cortejo provincial se inicia en Nación y, últimamente, adhirió a la variante en los aislamientos, liberando de los encierros a los contactos estrechos -vacunados y asintomáticos- para que retomen sus cargas laborales. Enseguida lo hizo para los privados y, en un momento, se pensó de un trato distinto en el Estado, a partir de que se supo que ATE pretendía mantener inalterable el permiso sanitario para los estatales. El gobierno es muy permeable y sensible a la injerencia del gremio.

La gobernadora no comparte un régimen distinto. Aún esa conclusión, la Provincia no formalizó nada para los contactos estrechos que revisten en el Estado. Siguen , todavía, sin cambios.

“No hay consenso”, advierten en ATE. Ahí, la explicación.


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