Optimizar el capital de trabajo bajo inflación

El proceso inflacionario de los últimos años ha obligado a las empresas a inyectar con mayor frecuencia sumas significativas para financiar el capital de trabajo en un contexto de sostenimiento del nivel de actividad de la firma. Por su parte, las restricciones a las importaciones lleva a que se deban incrementar los niveles de stock mínimo, lo cual requiere de más liquidez que queda de alguna manera inmovilizada. Si las empresas deciden salir a buscar préstamos, la coyuntura actual no es precisamente la mejor, ya que las tasas de interés se elevaron por lo que el financiamiento bancario se encareció demasiado. Con menos rentabilidad y una posición de caja más ajustada, los empresarios deben poner especial atención en la gestión del capital de trabajo. Según analistas privados, algunas firmas reaccionaron con iniciativas como el retraso de las cadenas de pago o la postergación de decisiones de inversión. Otras ponen el énfasis en el achicamiento de los plazos de venta, lo que tiende a despertar tensiones entre las áreas de finanzas y comercial. Se suelen identificar tres componentes del capital de trabajo (cuentas a cobrar, inventarios y cuentas a pagar) y como los procesos vinculados con éstos recorren toda la estructura de la empresa e incluso repercuten fuera de ella, los especialistas recomiendan que, para que las medidas de gestión del capital de trabajo resulten efectivas y sostenibles, éstas deben formar parte de un plan consensuado entre las diferentes áreas funcionales y fundamentado ante clientes y proveedores. Por todo esto, y teniendo en cuenta que en el 2014 persistirá una tasa elevada de inflación, devaluación del tipo de cambio, restricciones y controles selectivos, las decisiones en torno a cómo manejar el capital de trabajo serán una cuestión clave y estratégica. No puede abordarse el problema en forma aislada si lo que se desea es maximizar la alicaída rentabilidad y optimizar la disponibilidad de recursos líquidos. Si bien esto siempre fue importante, en el contexto macroeconómico actual lo es aún más.


El proceso inflacionario de los últimos años ha obligado a las empresas a inyectar con mayor frecuencia sumas significativas para financiar el capital de trabajo en un contexto de sostenimiento del nivel de actividad de la firma. Por su parte, las restricciones a las importaciones lleva a que se deban incrementar los niveles de stock mínimo, lo cual requiere de más liquidez que queda de alguna manera inmovilizada. Si las empresas deciden salir a buscar préstamos, la coyuntura actual no es precisamente la mejor, ya que las tasas de interés se elevaron por lo que el financiamiento bancario se encareció demasiado. Con menos rentabilidad y una posición de caja más ajustada, los empresarios deben poner especial atención en la gestión del capital de trabajo. Según analistas privados, algunas firmas reaccionaron con iniciativas como el retraso de las cadenas de pago o la postergación de decisiones de inversión. Otras ponen el énfasis en el achicamiento de los plazos de venta, lo que tiende a despertar tensiones entre las áreas de finanzas y comercial. Se suelen identificar tres componentes del capital de trabajo (cuentas a cobrar, inventarios y cuentas a pagar) y como los procesos vinculados con éstos recorren toda la estructura de la empresa e incluso repercuten fuera de ella, los especialistas recomiendan que, para que las medidas de gestión del capital de trabajo resulten efectivas y sostenibles, éstas deben formar parte de un plan consensuado entre las diferentes áreas funcionales y fundamentado ante clientes y proveedores. Por todo esto, y teniendo en cuenta que en el 2014 persistirá una tasa elevada de inflación, devaluación del tipo de cambio, restricciones y controles selectivos, las decisiones en torno a cómo manejar el capital de trabajo serán una cuestión clave y estratégica. No puede abordarse el problema en forma aislada si lo que se desea es maximizar la alicaída rentabilidad y optimizar la disponibilidad de recursos líquidos. Si bien esto siempre fue importante, en el contexto macroeconómico actual lo es aún más.

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