Oscar Roza, el padre de la Regata

El primer ganador que tuvo la travesía por el río Negro, acompañó desde la orilla a los jóvenes palistas que hoy le dan vida a una prueba que este neuquino de 84 años ayudó a forjar hace más de medio siglo atrás.

Canotaje

Alguien dio la voz y todo se revolucionó a su alrededor. Muchos quisieron su foto, otros lo miraban con asombro y Oscar Roza, tratando de asimilar el alboroto, solo sonreía cuando escuchaba que decían que en su figura estaba la historia viva de la Regata del río Negro.

Este neuquino que acusa 84 años, junto a Oscar Focarazzo, fue el primer ganador de una travesía que consistía en navegar el Negro en toda su extensión. “Desde su nacimiento hasta Viedma. Ahora la carrera es mucho más corta”, afirma Roza antes de que comience la 43 edición de una prueba que él jamás imaginó que se transformaría en el clásico del canotaje de maratón que es hoy en día la Regata.

Se niega a que le llamen “maestro” o cosas por el estilo. Sí acepta a medias ser un “iniciador de todo esto”. Él, Focarazzo y sólo nueve botes más, se animaron en el año 1965 a la aventura de navegar el Negro en unas canoas de lona “que tratábamos de alivianarlas como podíamos, pero lo principal para estar adelante era el entrenamiento. No había otro secreto”. Como ahora, más allá de los tiempos y las tecnologías.

Roza también se dio el gusto de ganar aquella travesía que unía Bariloche con Roca. “Eran siete etapas durísimas. Fue antes de la creación de Regata del Negro, que jamás imaginé que se transformaría en lo que es hoy. Los tiempos y la perseverancia lo hicieron posible. Evolucionó como todo: nosotros corríamos con canoas de lona, después vino la madera terciada, luego plástico, fibra de vidrio, ahora carbono… Y no sé si más adelante habrá algo superior”. Don Oscar entrecierra los ojos y navega en su memoria prodigiosa para traernos al presente las precarias condiciones para competir en el río hace 50 años atrás.

“Ya en ese tiempo nosotros a las canoas de lona las hacíamos con la medida olímpica de 6,50 metros. Cuando corríamos la Regata que salía de Bariloche, a la canoa le poníamos unos flotadores de goma a los costados y eso nos daba una cierta flotabilidad. Perdíamos en velocidad pero ganábamos en estabilidad. En esos tiempos no darse vuelta significaba mucho. Así hicimos diferencia para ganar la Bariloche – Roca. Yo tenía apenas 24 años”.

“Nuestros principales rivales eran Jorge Gómez y Jorge Destéfanis. Ellos siempre estaban bien entrenados y tenían una buena embarcación. Nosotros nos quedamos con la primera Regata del río Negro pero ellos ganaron la segunda y la tercera”, apunta Roza. Gómez y Destéfanis, representantes del Club Náutico La Ribera, se impusieron en las ediciones 1967 y 1968 de la Regata (la de 1966 no se corrió).

En un momento de la charla, “Río Negro” le pide prestado para la foto de rigor un remo a Héctor Jiménez, del Náutico Fortín Conesa, quien corre junto al uruguayo Esteban Torres Piriz en K2 senior. Ahí nomás, Roza tira la última anécdota antes de la despedida.

“Estábamos por pasar por Conesa y recordamos que un viejito del lugar nos había dicho el año anterior que por qué no agarrábamos el brazo que pasa junto al pueblo, que era más corto y que íbamos a hacer una buena diferencia. Le hicimos caso y así nos fue. Cuando salimos, lo único que veíamos era la parte de atrás de la barredora. ¿Si había balizado en esa época? Nooo… era libre. En esos tiempos mandaba la intuición y lo que uno pudiera conocer del río”.

Don Oscar saluda, se va y vuelve sobre sus pasos: “Sabés que nunca me hicieron una nota…”


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