Oscar, una estatuilla cargada de historia
El próximo domingo 26 de febrero se cumplirán 84 años de evolución constante para los Oscar, una ceremonia que comenzó con intenciones muy diferentes al glamour y las estrellas, pero que se ha acabado convirtiendo en la mejor plataforma publicitaria para Hollywood.
Nada se parece a aquella primera vez de 1929, salvo, quizá, la coincidencia de que se celebran casi en el mismo sitio, a escasos metros: los que separan el Kodak Theatre de hotel Roosevelt de Hollywood, uno en frente del otro en el famoso bulevar angelino.
Lo demás ha dado un giro radical. Entonces, el presidente de la Academia, Douglas Fairbanks, se limitó a entregar los premios a los elegidos, ya que sabían desde hacía tres meses que recibirían el galardón.
Fue en una cena para 270 personas, un 16 de mayo de aquel año marcado por la Gran Depresión. Fairbanks protagonizó una noche de apenas discursos y escaso espectáculo, muy lejos de la fanfarria que rodea a la ceremonia en la actualidad, retransmitida en todo el mundo y con audiencias de millones de personas.
El único que habló fue un productor, Darryl Zanuck, responsable del fenómeno del momento, una película hablada como fue “El cantor de Jazz”. Sí hubo baile y un menú con langosta por el que cada invitado pagó cinco dólares.
Sin embargo, Fairbanks comenzó a olerse el potencial de aquellos premios porque al año siguiente decidió mantener en secreto el nombre de los premiados hasta la misma ceremonia, con la excepción de los periódicos, a los que la Academia de Cine tuvo a bien enviar los resultados para que pudieran publicarlos a tiempo en las ediciones del día siguiente.
Así fue durante años hasta que “Los Angeles Times” decidió hacer caso omiso del embargo y aprovechó la información para vender como pan caliente una edición vespertina que puso sobre aviso a los que serían los premiados en 1940, el año de la victoria de “Rebecca”, de Alfred Hitchcock.
De ahí en adelante, los periodistas se dedicaron a especular, lo que supuso un incremento notable del interés por los galardones. Ya en su segundo año, en 1930, había comenzado un programa de radio una hora antes de la ceremonia y de lo que pretendía ser una reunión de los pesos pesados de la industria, se acabó convirtiendo en una gala festiva y con interés para el ojo público.
La idea fue del presidente de los estudios MGM en 1927, Louis B. Mayer, convencido de que podría combatir a los sindicatos con un evento semejante, aunque fracasó y su reunión anual se convirtió en una cita imprescindible para los miembros de la industria de la época.
La ceremonia ha sido pospuesta en sólo tres ocasiones en toda su historia. La primera vez fue en 1938, cuando una fuerte inundación en Los Angeles retrasó la gala una semana. Luego, en 1968, el evento fue aplazado dos días tras la muerte de Martin Luther King Jr. Y en 1981 fue un intento de asesinato contra el presidente Ronald Reagan lo que alteró la fecha de la noche más importante del cine durante 24 horas.
El resto ya es historia viva del cine, un mar de anécdotas en torno a las 2.809 estatuillas que se han entregado hasta la fecha. Como la de Hattie McDaniel, la famosa “Mammy” de “Lo que el viento se llevó”, la primera mujer negra en ser aceptada en una ceremonia de los Oscar y la primera en ser ubicada en una mesa separada de los demás pese a ganar la estatuilla por su papel como mejor actriz secundaria.
También es llamativa la historia de Kevin O’Conell, un especialista en sonido que está catalogado como el mayor perdedor en la historia de la gala, con 20 candidaturas y ni una sola victoria. Lo mismo que “El color púrpura” de Steven Spielberg, que se fue de vacío pese a sus 11 nominaciones.
Robert de Niro y Marlon Brando son los dos únicos actores que han logrado un Oscar por interpretar el mismo personaje en dos películas diferentes, y Katharine Hepburn, junto con Luise Rainer, las únicas que se han llevado dos estatuillas a la mejor actriz de forma consecutiva.
También tiene el récord de Oscar en esa categoría, cuatro frente a los dos de Bette Davis y Meryl Streep. Esta última tiene el honor de haber conquistado 17 nominaciones, más que ninguna de sus colegas a lo largo de los años. Y solo una realizadora, Katryn Bigelow, se ha alzado con el Oscar a la mejor dirección: fue en 2010 por “The Hurt Locker”.
En cuanto a los que pusieron la nota de oposición a la Academia está Marlon Brando, que en lugar de recoger su Oscar por “El Padrino” envío a una actriz mexicana para rechazarlo, disfrazada de indio apache. Y Woody Allen, que ha hecho de su burla a los premios todo un arte, alegando que el tocar jazz en un club de Manhattan con su banda tiene siempre prioridad sobre la ceremonia de Hollywood.
En total, se ha hecho con tres premios y 23 nominaciones, más que nadie en la categoría de guionistas, pero sólo una vez rompió su regla de asistir a Los Angeles para la ceremonia. Fue en 2002, invitado para hablar de Nueva York tras los atentados a las Torres Gemelas de 2001. Y no se sabe qué hará en esta ocasión.
Todo ello por una estatuilla, un trofeo que oficialmente se llama el Premio al Mérito de la Academia de las Artes y las Ciencias pero que todo el mundo llama Oscar. El primero en acuñar el término de forma pública y notoria fue un columnista de Hollywood, Sidney Skolsky, al referirse al premio a la mejor actriz que ganó Katharine Hepburn en 1934 por “Morning Glory”.
Cuenta la leyenda que fue la bibliotecaria de la Academia, Margaret Herrick, la que tuvo la ocurrencia de decir que se parecía a su tío Oscar. Y ya han pasado 73 años desde que se empezó a usar el apodo.
dpa
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