Otra vez afloró el resentimiento de Kirchner con Scioli
A pesar de que en público se muestran juntos y con una sonrisa, los chisporroteos entre Néstor Kirchner y su vicepresidente, Daniel Scioli, volvieron a florecer después de meses de paz entre ellos.
Todo comenzó la semana pasada, cuando después de horas de sesión en el Senado, el oficialismo -o al menos buena parte de los legisladores del PJ- descubrió que había votado una ley sin siquiera leerla.
La primera dama Cristina Fernández era de las más enojadas por la equivocación. Y cuando tomó la palabra se refirió en duros términos a Scioli, aunque sin nombrarlo: «No es la primera vez que no se caratulan y se giran adecuadamente los expedientes desde Presidencia».
Una semana después del entredicho, Scioli y la senadora K no habían vuelto a dirigirse la palabra, pero el vicepresidente, según comentaron sus asesores, creía que el cortocircuito había pasado y que, en realidad, la primera dama no se había querido referir a él sino al secretario Parlamentario: «Si los Kirchner están enojados con nosotros, nos damos cuenta enseguida -explicaron cerca de Scioli-. Si el 'reto' de la primera dama hubiese sido una operación de prensa para dañar la imagen de Scioli, tal como pensamos en un principio, la cosa hubiera seguido en los medios por un par de días más, algo que no ocurrió».
En privado, Scioli le repetía a quien quería escucharlo que la relación con el Presidente pasa por un buen momento, a pesar de todo.
Pero a pesar de que se buscaron poner paños fríos, la relación entre presidente y vice parece no tener retorno: en la Casa Rosada desconfían de Scioli, a quien ven como un potencial adversario demasiado cercano a Duhalde, que para colmo ocupa el primer lugar en la línea de sucesión presidencial.
Por eso, desde hace meses, una peligrosa idea recorre los despachos oficiales: algunos funcionarios afiebrados buscan algún artilugio legal o político para reemplazarlo por algún hombre de confianza de Kirchner, como el vicepresidente provisional Marcelo Guinle.
«Yo crecí en política trabajando, nunca confrontando. Así voy a seguir a pesar de lo que se diga», suele repetir Scioli. Esta semana, antes sus íntimos, Scioli hacía un recuento de pruebas para demostrar que el presidente aún lo estima: «Para viajar a Perú me va a prestar el avión Lear Jet, el Tango 10, el único que tiene disponible».
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