Otro filme argentino concursa en el festival porteño22-4-03

Buenos Aires- «Ana y los otros», opera prima de la joven cineasta Celina Murga, entró en competencia en el V Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, en el que también se proyectó otro título en concurso, «Jealousy Is My Middle Name», de Park Chanok, realizadora de Corea del Sur. Ambos relatos exhiben una sincera preocupación por las dificultades de muchas personas para encontrar el amor. La película de Murga describe, bajo la capa de un realismo minimalista y con un ojo puesto en el pausado ritmo de la ciudad de Paraná, la historia de una joven que vuelve a esa localidad para una fiesta que reúne a los ex alumnos de una escuela secundaria y que busca, al mismo tiempo, reencontrarse con un viejo novio. Si bien Eric Rohmer con «El rayo verde» sentó las bases para renegar del mensaje y las historias fuertes y, en cambio, encontrar fortaleza en la insustancialidad y la liviandad de la vida, el largometraje de Murga parece naufragar ante un desafío tan exigente. La circularidad y obviedad de los diálogos, de una fuerte similitud con «Sábado» (el filme de Juan Villegas, con quien Murga codirigió un corto), y la inconsistencia de las situaciones, espejo de las constantes trivialidades de la vida, carecen del «punch» necesario para transformar la debilidad en virtud, aun en una apuesta arriesgada, de buen cine y con un estilo preciso y sin claudicaciones. Por su parte, Park Chanok explora en «Jealousy Is My Middle Name» las profundas dificultades de un grupo de personas para quienes el amor es un terreno difícil, plagado de trampas e incertidumbres, ya que aunque a veces parezca cercano, la mayor parte del tiempo se les revela como frágil, esquivo y lejano. «Quiero escribir personajes con opiniones adolescentes e interiores inestables», dijo la directora acerca de los seres de su película, que narra las desventuras amorosas de un joven escritor que trabaja para una revista literaria, las de su editor, las de una fotógrafa amiga suya y las de la dueña de la casa donde se alberga. Además de advertir sobre varios aspectos que ponen en evidencia la creciente pérdida de la identidad cultural que sufre la sociedad surcoreana, la directora realiza un minucioso estudio sobre los comportamientos humanos, deteniéndose en aquellos que se relacionan especialmente con el amor, la vida social y el sexo. Y lo hace con un relato sosegado, carente de momentos espectaculares, como si se tratara de la observación distante pero detallada de la vida y el drama de estas personas que buscan lo mismo -el amor, la felicidad- pero no saben cómo encontrarlo. Se trata en definitiva de un muestrario sobre distintas variantes del amor como conflicto: amores no correspondidos, infidelidades, parejas en disolución, relaciones enfermizas, desencuentros afectivos y mucha pero mucha incertidumbre sobre el verdadero significado de la palabra amor. (Télam)


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