Oviedo se desvincula, pero las evidencias apuntan a él

Asunción (EFE).- Aunque el ex general golpista Lino Oviedo negó cualquier vinculación con la intentona golpista de ayer, todos los dedos apuntan hacia él y el gobierno ordenó ya la detención de cuatro diputados de su movimiento político.

Desde el primer momento, las autoridades identificaron a los cabecillas como seguidores de Oviedo. La intentona golpista, que fue definida por un jefe castrense como una «vergüenza» en términos militares, se cerró con la detención de más de medio centenar de personas, entre civiles y miembros de las Fuerzas Armadas, en actividad y retirados.

Algunos de ellos fueron identificados como militantes de la Unión Nacional de Colorados Eticos (UNACE), el movimiento dentro del gobernante Partido Colorado que lidera Oviedo.

Los mensajes hechos públicos por los golpistas atribuían la acción a una organización desconocida, el «Movimiento Fulgencio Yegros», uno de los próceres de la independencia paraguaya.

Pero unánimemente, los jefes militares y las autoridades del gobierno apuntaron a Oviedo como el máximo responsable de esta acción, y recordaron su intentona golpista de abril de 1996, que implicó su pase a retiro desde la comandancia del Ejército, pero también la luz verde para su lanzamiento a la política abierta.

En contraste con la exitosa planificación del golpe contra Stroessner, en la que Oviedo tuvo un rol destacado, la operación de anoche fue improvisada y no contó con el suficiente apoyo, según fuentes castrenses, y después de varias horas, las acciones fueron desmanteladas y los supuestos implicados detenidos.

El ex general, desde la clandestinidad, rechazó contundentemente estar vinculado. «Desmiento de forma categórica y determinante que UNACE esté complicada en levantamiento militar alguno», dijo Oviedo a una emisora del interior de Paraguay.

Basado en su experiencia castrense, el ex jefe del Ejército aseguró que las tanquetas utilizadas para la intentona no eran las más indicadas para la operación, ya que «no tienen capacidad operativa en una ciudad». Oviedo se mostró incluso a favor de aplicar rigurosamente el reglamento militar para los cabecillas golpistas.

«Ellos han cometido un delito militar», dijo Oviedo. (EFE)

Un golpista carismático que no se resigna a perder poder

Lino César Oviedo está vinculado a todas las rebeliones en Paraguay desde 1989 y es probablemente el militar que más poder consiguió acumular después de Alfredo Stroessner.

Egresado de la Escuela de Guerra de Alemania, Oviedo amasó poder, fortuna e influencias en el seno de varias generaciones criadas a la sombra del dictador. Probablemente aquí se acostumbró a la idea de la asonada como herramienta política.

De origen humilde, su formación castrense germana facilitó su llegada a la elite de las fuerzas armadas paraguayas, y su ambición hizo el resto. Quienes lo idolatran evocan su carisma y el apoyo de los campesinos; sus detractores mencionan acusaciones nunca probadas sobre contrabando y narcotráfico.

Paradójicamente, su única experiencia golpista exitosa fue contra el anciano dictador. El 3 de febrero de 1989 Oviedo se plantó frente a Stroessner, y le exigió su rendición tras cuatro décadas de dictadura. Llamado «el jinete Bonsai» por su baja estatura, Oviedo ejerció una notable influencia sobre las fuerzas armadas durante la presidencia de Andrés Rodríguez.

Pero desde entonces sus «apuestas» mayores fueron un fracaso y su «currículum» como conspirador malo.

En 1996 se puso al frente de un movimiento sedicioso contra el presidente Juan Carlos Wasmosy que fracasó. Poco después, en las elecciones internas del Partido Colorado, derrotó al vicepresidente Luis María Argaña, uno de sus enemigos acérrimos.

El 9 de marzo de 1998 una condena de 10 años de prisión militar por la intentona de 1996, truncó su carrera militar y política.

Pero su amigo y aliado Raúl Cubas Grau tomó su relevo como candidato a la presidencia y se alzó en las urnas como sucesor de Wasmosy, con Argaña como vicepresidente. En marzo de 1999 un grupo de sicarios asesinó a tiros a Argaña. Todos los dedos acusadores apuntaron al ex general. Cubas se refugió refugio en Brasil, mientras Oviedo, su mentor político, se asiló en Argentina. Desde entonces, conspira para volver a la cima.


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