Pablo y Natalia quieren sanar sus heridas
Son dos adolescentes de 15 años en cuyas caras todavía de niños pueden adivinarse las huellas de una de las historias más trágicas ocurridas en el país, la más violenta en el ámbito escolar, que los tuvo como protagonistas directos.
Pablo Saldías y Natalia Salomón eran hasta hace un mes alumnos regulares de la escuela Islas Malvinas de Carmen de Patagones. Fueron baleados por un compañero que mató a tres chicos y hoy todavía sus heridas no les permiten reincorporarse al primer año, división «B», donde ocurrió el drama al que nadie parece encontrarle todavía explicación.
Pablo estuvo muy grave, recibió cuatro impactos en el pecho y abdomen, le tuvieron que extirpar un riñón y el bazo y permaneció varios días conectado a un respirador artificial. Pero hoy sonríe y dice, con timidez propia de la edad: «no hay por qué andar en la vida teniéndole miedo a todo».
En su casa de Patagones, de la que no podrá salir al menos en los próximos 25 días por prescripción de los médicos, ayer recibió la visita de Natalia, que todavía lleva su brazo derecho en cabrestillo por una dolorosa herida en el antebrazo, cerca del codo. «Lo que pasó ya está, ahora hay que seguir para adelante, en mi caso esperando que me dejen salir a la calle porque ya estoy un poco cansado de tanto encierro», sostuvo Pablo en medio de su encuentro con Natalia.
La condición para hablar, por recomendación de los psicólogos, fue no hacer preguntas sobre el día de la tragedia, pero Natalia planteó el tema con naturalidad y espontáneamente: «Yo me acuerdo todo, perfectamente, con todos los detalles», dijo mientras Pablo, en cambio, prefirió mantenerse en silencio. «Yo estaba de espaldas al pizarrón, me había sacado la campera y el cinturón del delantal se me había corrido, así que puse las manos atrás para atarlo de nuevo; en eso sentí como un fuego en el brazo y se me nubló la vista» recordó. «No veía nada -agregó-, todo era negro a mi alrededor, pero pude salir corriendo y me refugié en la sala de preceptores. 'Veo todo negro', grité, y una profesora me dijo: 'tranquilizate, Naty, es por el susto' y al ratito empecé a ver de nuevo».
«Todavía no sé qué le habrá pasado a Junior…» añadió antes de dar por terminado el recuerdo y pasar enseguida a otro tema y hacer hincapié en el buen trato que recibió en el hospital de Patagones y en el de Viedma.
«A mí me preocupa que todo el mundo conozca a Patagones por algo malo que pasó, yo soy nacido aquí y me gusta mucho mi ciudad, por el río y la tranquilidad», dijo Pablo en el espacio de silencio que creó su compañera.
En ese punto coincidió Natalia. «Ahora somos famosos, pero me hubiera gustado serlo por otra cosa», se lamentó, y no descartó que «quizás alguna vez se pueda hablar de Patagones por alguna otra actividad, como el deporte por ejemplo».
La meta inmediata de Pablo está relacionada con su recuperación. «Por este año a la escuela no voy a volver y para eso tengo dos profesores que vienen a casa todos los días. Es una cosa rara esto de tener clases en casa, uno no se puede hacer la rata», señaló. «Después quiero hacer un viaje con mi familia, para descansar y superar todo lo que vivimos, quizás a Bariloche», continuó. Pablo subrayó que entre sus compromisos futuros hay una visita a la cancha de Boca Juniors, por especial invitación de algunas de las figuras de su cuadro favorito. Sin ocultar orgullo cuenta que recibió llamadas telefónicas de Carlos Tevez, el «Pato» Abbondanzieri y Guillermo Barros Schelotto, que le mandaron también sus «camisetas autografiadas». Para Natalia, las vacaciones «serán un tiempo para reencontrarme con amigos y para ir empezando de nuevo todo, con más ganas de vivir».
Son dos jovencitos y la fama que lograron sin desearla no les interesa. Quieren «estar pronto muy bien del todo» y no dejan de agradecer «por la muy buena atención que nos dieron en los hospitales de las dos ciudades». (Télam)
Nota asociada: MASACRE EN LA ESCUELA: A un mes de la tragedia, Patagones recuerda a sus víctimas
Nota asociada: MASACRE EN LA ESCUELA: A un mes de la tragedia, Patagones recuerda a sus víctimas
Son dos adolescentes de 15 años en cuyas caras todavía de niños pueden adivinarse las huellas de una de las historias más trágicas ocurridas en el país, la más violenta en el ámbito escolar, que los tuvo como protagonistas directos.
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