Paco, el físico barilochense distinguido en el mundo

Francisco “Paco” de la Cruz será premiado en China. Su admiración por Balseiro, su arraigo con el proyecto y una vida dedicada al desarrollo de la ciencia.

DEBARILOCHE Y SU GENTE

El tono y el andar pausado dan la imagen de un hombre paciente. Y habla con humildad, esa que tienen las verdaderas grandes personas. Paco está de viaje, rumbo a Nanjing en China donde será reconocido con el premio Abrikosov en Física (Abrikosov Prize in Vortex Physics, 2013). Y se puede decir que es barilochense.

“Soy un físico hecho en Argentina”, escribió alguna vez Francisco De la Cruz, más conocido como Paco, quien hasta hace pocos años lideraba el Laboratorio de Bajas Temperaturas del Centro Atómico Bariloche. Hoy tiene 75 años y una extensa trayectoria que el área de la física experimental que lo llevó a recorrer el mundo, transmitir enseñanza y ganar reconocimientos entre ellos como miembro de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.

Paco será el segundo físico en obtener el premio que se inició en 2011 al celebrarse los 100 años del descubrimiento de la superconductividad y en homenaje al físico ruso Abrikosov premio Nobel en 2003. Y en esa materia tiene ardua experiencia, desde joven cuando fue parte de la hazaña de un docente en instalar un laboratorio de características especiales aquí, en Bariloche, en un punto remoto del mundo donde décadas atrás ni siquiera alcanzaba la energía para la actividad científica que se desarrollaba.

El laboratorio conducido por Paco hasta hace 4 años, cuando decidió dar un paso al costado, trabajó la superconductividad y le valió un reconocimiento inmediato a inicios de los ‘80. A más de 30 años, sigue siendo orgullo de la comunidad científica barilochense.

La historia de Paco no nace aquí pero por adopción y por reiteradas opciones se siente barilochense. Nació lejos, en Barcelona sobre la costa mediterránea, y a los 12 años su familia decidió radicarse en Salta. Estudió los primeros dos años de la carrera de Ingeniería en la Universidad de Córdoba y aplicó para su ingreso en el novedoso Instituto Balseiro, allá por la década del ‘50, del cual egresó como la cuarta promoción en Ingeniería Física y donde también conoció a su esposa María Elena.

Paco es un convencido admirador del proyecto de Balseiro: “Hemos podido demostrar lo acertada que fue la idea de Balseiro de instalar un centro de investigación en un lugar muy lejano, alejado de los conflictos usuales del país que durante mucho tiempo tuvo muy pocos recursos pero nunca se destruyó. Ese fue un buen ejemplo”, acierta con la mirada atenta de su esposa que lo acompaña en el camino de la física y de la vida.

En reconocimiento al padre de la ciudad “científica” que creció en Bariloche, Paco insiste que “no todo empezó hace 4 años” en alusión al re impulso de la actividad en la Argentina, aunque destaca la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología. “Se ha tomado enserio la idea de que si en un país se sostiene la ciencia y la técnica se puede transformar en un país donde se usa el conocimiento para producir riqueza”, enfatizó al recibir a “DeBariloche” en su casa, una tarde lluviosa de otoño.

Su paso por el Balseiro dejó huellas. Integró la cuarta promoción “estaba todo por construirse”, recuerda y de inmediato relata que un joven profesor se propuso crear un laboratorio especial de física junto a recién egresados -entre ellos él- quien en 1966 partió a Estados Unidos para realizar un doctorado pero con la premisa de volver. Y así lo hizo años después.

“Las cosas fueron creciendo despacio, ningún éxito viene de la galera”, admite el físico entrado en canas, que en 1976 volvió a partir ya con sus hijos Andrés y María Guadalupe, esta vez rumbo a Alemania donde fue convocado para trabajar. “Nos fuimos pensando que íbamos a volver” y así lo hizo nuevamente años más tarde y aún en dictadura aunque regresó con el compromiso de que se mantenía la oferta laboral por 3 meses. Cuando pasó ese tiempo y ya radicado nuevamente en Bariloche, una carta de Alemania le reiteró la propuesta: “Decidí que me quedaba y no me arrepiento para nada”, afirmó.

Alejado (un poco) de la física experimental, Paco se aboca por estos días a analizar los contrastes de esta sociedad y se empeña en creer que algo se puede hacer para cambiar el Bariloche que eligió para formar su familia y desarrollarse profesionalmente.

“Cómo puede ser que esta ciudad tenga este contraste de capacidad intelectual y de generación conocimiento, algo hacemos mal, no sabemos aprovechar eso para hacer un pueblo de vida mucho más justa”, se cuestiona “debería ser una ciudad donde se complemente con el turismo

Y mientras viaja en China, resuena su reflexión final: “Lo que uno tiene que hacer con la conciencia es trabajar y ser útil donde esté. Eso lo hice acá y me siento satisfecho”.

Por: Soledad Maradona

Fotografía: Chino Leiva

Video/Edición: Andrea Saldías

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