PALIMPSESTO: Ortografía

Aquella sentencia esencialista del poeta Pedro Salinas: «un hombre se posee en la medida que posee su lengua»; dejaría a más de uno liberado de sí mismo, incomunicado para sí. Poseer una lengua no es saber todas las palabras de un diccionario; es comunicar cualquier experiencia con los términos más adecuados para hacerla llegar a los demás de la forma más fiel posible.

La pobreza idiomática es un fenómeno creciente y paradójico ya que vivimos en un mundo hegemonizado por las tecnologías de la comunicación.

Si algo caracteriza a cualquier lengua es el hecho de que nos pertenece a cada uno de los hablantes, y por eso mismo nos hace responsables de su uso ante nuestros semejantes.

Otra de las características es que cambian constantemente, sobre todo en el habla; en cambio lo escrito es más conservador. Y una de las piedras angulares de la escritura es la bendita y maldita ortografía.

Ignorada por muchos, denostada por otros, se observa cada vez más cierta resistencia a la ortografía. Inclusive parece que muchas agencias publicitarias no tuvieran muy en claro su funcionamiento, basta ver signos que se cierran y no se abren, tildes ausentes como por arte de magia. Lo grave es que hay maestros y profesores que admiten abiertamente sus dificultades con la ortografía y el poco empeño en superarlas.

Algunos años atrás, en el Congreso de Escritores en Zacatecas, México; García Márquez tiró una bomba en medio de los cultores del idioma. Para «Gabo» debía jubilarse la ortografía, simplificarla para que el español sea más moderno y estar así más adaptado a estos tiempos babélicos.

Entre las medidas proponía sacar las haches, simplificar y acotar el uso de «s», «c» y » z»; sacar una «be», delimitar el uso de «g» y «j» y usar racionalmente las tildes, y otras propuestas polémicas.Todo esto trajo una gran difusión en los medios y una gran polémica.

La propuesta de García Márquez fue positiva; puso en discusión un problema que para la gran mayoría de los hispanohablantes no existía. Obligó a muchos a reflexionar sobre su lengua; y lo sorprendente fue que en diferentes países, en los distintos niveles sociales, los hablantes se manifestaron en contra de la propuesta del autor de «El coronel no tiene quien le escriba».

Es que aceptar esos cambios sería lisa y llanamente asestar una puñalada mortal en el corazón del idioma español, simplemente porque una lengua no es sólo presente, también es su historia, su tradición; es el resultado del cruce de muchas lenguas que han dejado sus semillas y su abono en el campo del español. El latín, el árabe, las lenguas indígenas, las lenguas germánicas, etc.

Simplificar la ortografía es transformar al idioma en un esperanto fonético sin ningún tipo de identidad. Demasiada pérdida por atender cierta cómoda ignorancia.

 

NESTOR TKACZEK

ntkaczek@hotmail.com


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