Palmer en una historia sobre nazismo

La actriz protagoniza una obra inspirada en

BUENOS AIRES (Télam).- «Rudolf» se titula la obra de Patricia Suárez, que con la actuación de Patricia Palmer y Lautaro Delgado y dirección de Cecilia Pion, asistida por Dora Milea, abrió la temporada de la sala Orestes Caviglia del Teatro Nacional Cervantes.

Interesada en el tema del nazismo y sus líderes afincados en la Argentina, la también novelista Suárez dio muestra de aquella temática en «Walhala», estrenada el año pasado y aún en cartel, y tangencialmente en la trilogía «Las polacas».

«Conocí a la autora cuando llevó la obra 'Walhala' al Taller del Angel -comentó Patricia Palmer-, y descubrí que su teatro es muy contemporáneo; yo suelo leer muchas obras que me traen pero esa tenía algo especial, otra música».

Ese vínculo con la rosarina Patricia Suárez se prolongó en «Rudolf», obra que vio la luz en el Cervantes por recomendación de Palmer, quien «por su intimismo» la vio «ideal para ser representada en una sala pequeña como la Caviglia».

«Rudolf» describe el encuentro de un hombre y una mujer en Alemania, en plena posguerra, que se interrogan sobre el destino de un nazi escapado a la Argentina: aunque sus intereses son opuestos, la pieza los descubre en un profundo desamparo.

Según Palmer «los espacios tienen mucho que ver con lo que cuenta la autora» y la incorporación de la directora Cecilia Pion completó las exigencias de la puesta, «ya que hemos podido hacer un muy buen trabajo conjunto».

Los ensayos comenzaron hace dos meses «en los que al principio nos dedicamos a documentarnos sobre la época, a ver fotos y videos; un poco a meternos en el mundo del Holocausto, lo que por supuesto no fue nada agradable».

A pesar de que la pieza «no cuenta ese tema explícitamente, a través de una pequeña historia del alma humana aparece todo ese mundo; es que no se puede evitar el tema de la guerra, la guerra deviene».

«Una cosa era conocer previamente el tema y otra es recrearlo: como si ahora me dijeran 'vamos a hacer una obra de la que se desprende el tema de la dictadura militar', que yo viví y fui una de las víctimas, como todos los argentinos», ejemplificó Palmer.

Dijo la actriz que cuando «uno tiene que encarnar un personaje se vuelve a meter en la época, lo sufre en carne viva, porque son procesos interesantes pero dolorosos; eso es necesario para el abordaje de una pieza de épocas tan dramáticas».

Palmer afirmó, sin embargo, no estar de acuerdo con el teatro «de mensaje», y que «quiera o no quiera el autor, un espectáculo siempre deja entender algún significado, ya que el teatro es comunicación y quiera o no siempre comunica».

«Aquí no hay mensaje -continuó-, aquí lo que hay son los elementos que cada espectador se quiera llevar; eso es lo que me parece interesante, no la moraleja ni el señalar qué hay que hacer, y que no me gusta que se me diga lo que tengo que pensar».

La dramaturga Patricia Suárez contó que «Rudolf» fue escrita en 2002 y «trabajada» durante el año siguiente y explicó que la temática del nazismo es de su interés «quizá por una fobia de mi madre contra todo lo alemán, bajo lo cual se podía esconder algo de nazi».

«Yo no tengo el objetivo de tocar ese tema -continuó Suárez-, aunque cada autor tiene temas que son suyos; porque uno no puede hacerse cargo de temas ajenos», continuó.

Sobre el origen de «Rudolf», Suárez relató que siempre se interesó por el personaje de Adolf Eichmann, el nazi secuestrado en San Fernando en 1960 por agentes israelíes, «aunque después le quité el nombre porque la obra no es estrictamente histórica».

«La anécdota surgió de un librito que contaba que cuando se funda el Estado de Israel no había una foto actualizada del criminal y los servicios secretos israelíes envían a la Argentina a un muchacho sobreviviente de un campo de concentración a la casa de una ex amante de Eichmann», narró.

La mujer negaba su relación con el inventor de la «solución final» que llevó a la muerte a seis millones de judíos europeos, «hasta que una tarde se ponen a hablar de amor y ella le muestra un álbum donde está Eichmann, y así el muchacho recorta la foto y huye».

«A partir de ahí se me ocurrió jugar con esa anécdota, con las dudas sobre el pasado de la mujer, sobre el vínculo que habría tenido con el ex prisionero y si se habrían enamorado; pero la obra en un principio era horrible, espantosa», señaló Patricia Suárez.

La autora ganó luego una beca del Fondo Nacional de las Artes para trabajar una tetralogía sobre el nazismo con Mauricio Kartún y estuvo todo 2003 corrigiendo.


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