«Pandemia y aguinaldo»

La pandemia de gripe, que pareciera -y ojalá así sea- haber cedido a pesar de las predicciones, nos ha dejado mucha tela para cortar.

No es mi intención volver sobre los errores cometidos por los actores involucrados, en conductas negligentes de un Estado lento para tomar decisiones, medios de comunicación ávidos de cualquier información, una población poco comprometida con conductas mesuradas tendientes al bien común, etcétera. El objetivo es otro.

Como profesional médico de nuestro sistema de salud formo parte de ese ejército de trabajadores que, ante la pandemia, fue enviado al «frente de batalla» a cumplir con su obligación como corresponde a un sacerdocio (ya lo decía el buen Esculapio cuando procuraba enseñarle a su hijo, dispuesto a emularlo, que a pesar de las iniquidades de la profesión se puede ser médico y no morir en el intento).

La obligación incluía más guardias, más pacientes, menos vacaciones, más riesgo en la propia salud. La lógica marcaba que en esta coyuntura las cosas debían ser así. Pero si de lógica se trataba, ésta me llevó a imaginar que el esfuerzo merecería alguna consideración especial para un sector largamente postergado y menospreciado por las sucesivas autoridades provinciales. Pensé en la sanción de una ley de carrera sanitaria eternamente postergada, en una retribución digna, en la demostración de que finalmente se comprende que el recurso humano es el principal capital de cualquier empresa.

¡Iluso de mí! Nuestro gobernador, tal vez aconsejado por su «cajera», decide que el pago de nuestro aguinaldo será «en cuotas». ¿Será una moda? Ya tenemos un aumento que vergonzosamente nos darán «en cuotas» (en un cómodo plan a abonar en nueve meses). Es de conocimiento público que esa medida no fue pareja para todos los trabajadores públicos. Muchos de los que se quedaron a resguardo en sus hogares cobraron su aguinaldo completo. Evidentemente, el señor gobernador no considera la salud como un valor de cambio digno de privilegiarse.

Y, como si esto no fuese suficiente para sentirse decepcionado, la conducción de nuestro hospital de Centenario decide, contrariando acuerdos locales previos destinados a resguardar la salud psicofísica de los trabajadores médicos de guardia, prolongar el trabajo durante 4 horas más tras una guardia de 24 horas o nocturna de 12. Evidentemente para estos funcionarios de 7ª u 8ª línea y sus asesores legales la Constitución nacional, la provincial, las leyes laborales y, peor aún, el sentido común no existen.

Al castigo infligido por gobernantes que desconocen el trabajo en salud -y tampoco les importa, porque saben de sobra que evitarán ser usuarios del sistema-, se suman las arbitrariedades de los niveles locales de conducción.

Definitivamente, según diría Joan Manuel: «Entre todos esos tipos y yo hay algo personal».

Daniel C. Lucero

DNI 12.211.809 Médico de Familia MP 1.630

Centenario


La pandemia de gripe, que pareciera -y ojalá así sea- haber cedido a pesar de las predicciones, nos ha dejado mucha tela para cortar.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Comentarios